lunes, 22 de diciembre de 2008

LA IZQUIERDA SE MUEVE. TAMBIÉN EN NAVARRA



Estamos asistiendo en pocas semanas, dentro y fuera de nuestro entorno a una inusitada proliferación de iniciativas de refundación de la izquierda. En algún caso la coincidencia puede ser casual, pero creo que hay indudables rasgos comunes: el intento de rebasar la actual oferta electoral, las críticas a los partidos izquierdistas por su dedicación exclusiva al trabajo institucional y por participar en la gestión del sistema capitalista, y el llamamiento a la búsqueda de la centralidad del movimiento social. La energía y virulencia de las revueltas de Grecia han puesto más de relieve la importancia virtual de estas iniciativas.

De forma incipiente aún se está desarrollando en Europa un movimiento que está suscitando interés e ilusión, y que tienen como principal referente a Olivier Besancenot, que obtuvo para la Liga Comunista Revolucionaria casi millón y medio de votos en las elecciones presidenciales francesas del 2007. En enero se disolverá la LCR para fundar un nuevo partido-movimiento, aún sin nombre, pero con unas características que van definiéndose: distancias importantes respecto al “social-liberalismo” del PS y de la “inercia nostálgica y pragmática” del PC, anticapitalismo y no sólo antiliberalismo; feminismo, ecologismo y antirracismo consecuentes, prioridad a las luchas sociales frente a las elecciones.

Mientras en Italia, el Partido de la Refundación Comunista, una de las dos ramas en las que se escindió el histórico PCI, ha optado tras su fracaso electoral de este año por priorizar el conflicto social y las alianzas con las fuerzas anticapitalistas a escala nacional e internacional.

El reflejo de ese movimiento en España ya tiene siglas: la Izquierda Anticapitalista, que con el aval de personas de amplio prestigio en el mundo intelectual, universitario y de los movimientos sociales, ha decidido presentarse a las elecciones europeas del 2009 y está ya a la búsqueda de militantes y activistas. Es muy difícil predecir qué resultados pueden obtener, pero el contexto les puede ser favorable: severa crisis económica, creciente número de personas expulsadas del mercado de trabajo y con un futuro incierto, elecciones de baja participación en las que el deseo de lanzar un aviso a la izquierda tradicional se puede satisfacer sin que el castigo sea irreversible. Todo ello podría empujar a muchos a votar por la innovadora formación.

Entre las declaraciones de interés que he escuchado a su portavoz Jaime Pastor, veterano dirigente de la LCR, me sorprendió gratamente su énfasis en la necesidad de conseguir un relevo generacional, de combatir la extendida tendencia en el mundo de la política de establecer y perpetuar pequeñas castas sociales. Efectivamente, las nuevas formas de hacer política difícilmente serán tales si no hay una incorporación importante a la actividad del segmento de edad inferior a 40 años.

En Euskadi se han presentado días pasados dos plataformas: por un lado el Foro Social Ezkerra Bizi-Bizi, integrado por personas relevantes de la sociedad vasca, que se presenta mediante un manifiesto muy genérico como un modelo alternativo para personas independientes que no encuentran espacios fiables de participación . No parece que tengan intención de presentarse a las elecciones de marzo pero tampoco lo han descartado rotundamente. Sí han asegurado en cambio que no estarán en esas elecciones por cuanto “no surgen condicionados por el calendario electoral ni por la obsesión institucional” los críticos de Ezker Batua que se han organizado en Alternatiba Eraikitzen. Mi impresión es que es un conglomerado bastante heterogéneo como casi todos los que se desarrollan en contra de algo. No me cabe duda del espíritu alternativo y anticapitalista de Oscar Matute; en otros que van con él no lo tengo tan claro. En cualquier caso es bastante previsible que si los resultados del partido de Madrazo son malos en marzo, se constituyan como oferta política diferenciada. Otra cosa es si encontrarán apoyos con los que construir alianzas o plataformas de suficiente entidad para activar dinámicas de base con las que alimentar el movimiento social.

Situados ya en Navarra, la iniciativa surgida en la Ribera desde el ámbito de quienes abandonaron el PSN el año pasado con el anuncio de la búsqueda de coordinación con movimientos municipalistas de otras merindades, no parece responder en principio al mismo patrón. En cualquier caso hay que destacar como saludable poder constatar que la voluntad firme por lograr el cambio político en Navarra continúa siendo plural. Porque de otra forma será todavía mucho más difícil que lo que está.

Pero es inevitable que junto a este aspecto positivo se generen incertidumbres. Si ese movimiento se cristalizase en una nueva oferta electoral con o sin incorporaciones de otras formaciones políticas, afectaría de una u otra manera a varios, porque varios serían los espacios fronterizos de voto. Salvo con el PP, quizás con todos.

Los terrenos electorales no son inviolables . El voto pertenece al ciudadano y los partidos se lo tienen que ganar en cada ocasión. Y para bien o para mal esta regla es más constante para la izquierda, puesto que mientras la derecha acostumbra a construir sus alternativas desde la cohesión y desde el pragmatismo, la izquierda lo tiene que hacer a menudo desde la crisis y desde la fractura.

Por si fuera poco, todo este panorama se da en el momento en el que, no desde las mejores formas posibles, se retoma el interrumpido debate sobre la estructuración de NaBai. Puede existir una percepción generalizada de que la discusión que procede es exclusivamente organizativa. Pero el contexto que estoy tratando de describir nos indica que también hay elementos políticos que inaplazablemente hay que clarificar. Tenemos para ello una herramienta que apenas hemos utilizado: las bases aprobadas en las jornadas del Golem con las que fuimos a las elecciones forales y que definen a NaBai como una coalición vasquista y de izquierdas, diversa en sus ideologías y sensibilidades. Aquí no sobra nadie, en todo caso falta.

En lo organizativo, de persistir en las maneras que hemos visto días pasados, corremos el riesgo de perdernos en debates improductivos , quizás peor autodestructivos. Hay que mirar menos a las cuotas y más a la necesidad de construir una cultura propia común a través de la participación de todos, militantes de partidos e independientes, en los nabaigunes y en las comisiones sectoriales. Hay que poner todas las fuerzas en la misma dirección, alentar, colaborar, intercambiar información y sumar esfuerzos para llegar adonde no estamos, generar un clima de confianza en el que todo el mundo se reconozca. Porque en cada uno de los cuatro partidos la gran mayoría prefiere esa batalla a la pelea mediática por aparecer como los principales valedores de NaBai.
Praxku



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