miércoles, 1 de diciembre de 2010

NAVARRA: AHORA SÍ O EL CAMBIO IMPOSIBLE

Desde hace veintitrés años, salvo las dos legislaturas socialistas del pasado siglo, la derecha conservadora menos reciclada del Estado español gobierna esta tierra de conformismos despóticos. La derecha sanzista, reformateada en los últimos tiempos y también escindida tras el escapismo hacia el PP navarro, ha contado, de manera casi histórica, con el apoyo cautivo del socialismo navarro; el socialismo más desprestigiado y menos autónomo de todas las federaciones del Estado español. Su renuncia en 2007 a favorecer un cambio progresista en Navarra tras la fuerte presión del centrismo más ortodoxo de Ferraz, confirmó su bajísimo nivel de autonomía, su fuerte dependencia de la derecha navarra y su absoluta amnesia histórica como partido de izquierdas.
Desde hace al menos dos legislaturas, el deseo de cambio de la sociedad navarra es más que evidente. Y no es demagogia. El malsonante navarrómetro dice que el 68% de los navarros desea un cambio de gobierno. Ahora bien, quién debe liderar ese cambio es otra cuestión en la que hay opiniones para todos los gustos y opiniones.
Personalmente creo que hay algunas claves, nada nuevas por cierto, pero sí determinantes en el actual contexto sociopolítico de nuestra comunidad que influyen e influirán en la configuración del futuro gobierno de Navarra de 2011. ¿Es el socialismo navarro un agente de cambio progresista en Navarra? ¿Quiere ser el socialismo navarro un agente de cambio? ¿En caso de que así se considerase, con quién gestionará su alianza como opción de cambio? Opino que el socialismo navarro hace tiempo enterró el marxismo y quizá nunca supo de su existencia. Hace tiempo que los socialistas navarros solo aspiran a gestionar la sociedad con unas recetas descaradamente neoliberales que no le diferencian del conservadurismo económico más ultrajante, excluyente y fracturador que desarrolla la derecha regionalista. De ahí que busquen aliados cómodos que no requieran compromisos éticos más allá del beneficio del mercado. Su tradicional alianza con la derecha navarra, cobijada tras la sempiterna gobernabilidad de una Navarra grande y libre, les convierte en cómplices del conservadurismo provincial más casposo y los torna en enemigos de las clases populares, su base social y fuente de inspiración teórica. Obtengan doce o trece parlamentarios, no serán opción de gobierno porque los regionalistas les ganará por su derecha. Por eso, si nadie lo impide, nuevamente facilitarán el gobierno de la derecha necesitada de apoyos para gobernar. José Montilla, el líder de los socialistas catalanes ya declaró en su día que no reeditaría el tripartito en caso de poder reeditarlo. La Moncloa se alegró con esa declaración, lo que demuestra que el socialismo prefiere aliados entre el liberalismo económico representado por CIU en Catalunya o por UPN en Navarra, a izquierdistas o nacionalistas que cuestionen sus políticas económicas y públicas.
En este contexto, las otras izquierdas, las situadas a la izquierda del centrismo socialista, IU-Batzarre y Nabai pueden condicionar y presionar el panorama político, pero se necesitan entre ellas para frenar la coalición UPN-PSN. Y aún así necesitarían el apoyo de una futura Izquierda Abertzale (IA) legalizada para conformar un más que improbable tripartito de dudosa viabilidad y no menos complicada gestión política. Evidentemente la opción de un pacto de gobierno entre Nabai-PSN se presenta como la opción sociológicamente más reparadora, por aquello de la expiación del agostazo de 2007, pero requiere de un elevado grado de consenso en temas fundamentales y un grado de confianza mutua en este momento absolutamente en bancarrota.
En medio de estos posibles escenarios, algo está influyendo sobremanera en el contexto político navarro y vascongado. Algo definitivamente determinante. Y esto es la posibilidad de participación de la IA en las próximas elecciones. Esto genera una gran expectación. Porque significa una innovación de gran calado en el teatro político. Pero la eventualidad de que ello ocurra va a estar muy condicionada por el comunicado que ETA emita, o no, antes de las elecciones. No seré yo quien diga lo que debe de decir, pero el Ministerio del Interior, los grandes grupos mediáticos de presión y la derecha judicial y política van a requerir una profesión de fe más allá de lo imaginado. Hay mucho en juego, (deslegitimación del discurso antiterrorista, deslegitimación de la política judicial antiterrorista y reconsideración del negocio de la seguridad antiterrorista, por poner unos ejemplos) Y ello va a condicionar este proceso de legitimación de la IA. En este tránsito, la IA busca un hueco en el nuevo contexto político que se avecina tras su proceso de reflexión y acuerdos a los que ha llegado. Por otro lado Aralar y EA, coaligados en Nabai, intentan gestionar, cierto que cada uno a su manera, la posibilidad de futuros consorcios, al parecer inviables con la IA. Y lo intentan o lo han intentado, sometidos por la inmediatez del juego electoral que se avecina. El problema es que los jugadores tienen cartas repartidas en varias mesas de juego. Unas muy marcadas, otras muy hipotecadas y algunas muy envenenadas.
Por otro lado, la posible rentrée de la IA en el escenario político, sola o en compañía, con marca propia o con franquicia prestada, va a alterar y romper todas las estrategias políticas hasta la fecha definidas, va a perturbar los acuerdos posibles, los pactos, las estrategias y las dinámicas en una dirección desconocida. Y ello genera miedo, pero también expectativas. Nadie sabe a ciencia qué apoyo tendría -o tendrá- una IA legalizada si ésta pudiera presentarse en solitario. Hace años se sabía, hoy es imprevisible porque entran en juego elementos sociológicos novedosos muy determinantes que van a influir en el voto fiel y en el latente. Y eso afectará a algunas formaciones políticas.
Cambiar no va a ser fácil. Pero tampoco para la derecha sanzista le resultará cómoda la transición al barcinismo. Así que no basta con tener claro el contenido del cambio, el sujeto del cambio y el lábel de calidad del cambio. Hay que tener clara la gestión del cambio, un cambio posible pero tal vez inviable si no se realizan esfuerzos por parte de toda la izquierda social y nacionalista para la gestión de un nuevo tiempo político y social en Navarra.
Paco Roda, en Lau Haizetatik

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