jueves, 28 de abril de 2011

HOMEOPATÍA EN LAS LISTAS DE BILDU

El triunfalista discurso oficial asegura que ETA vive sus momentos más bajos, debilitada y acosada. Sin embargo su base social no deja de crecer, incorporando en cada proceso electoral cientos de nuevos miembros, que ni siquiera necesitan rellenar una solicitud de ingreso: ya lo hacen por ellos los informes policiales y las sentencias judiciales, con la teoría de la contaminación.

Si el Supremo atiende la petición de impugnación de las listas de Bildu que la Abogacía del Estado y la Fiscalía han presentado -por indicación del Gobierno y con la presión del PP y la derecha mediática-, nos encontraremos con otra remesa de nuevos batasunos, es decir, etarras (pues los recursos hablan del “complejo ETA-Batasuna”): cientos de ciudadanos que, de la noche a la mañana, pierden derechos y quedan marcados de por vida.

La teoría de la contaminación recuerda a los principios de la homeopatía clásica: si en ésta una sustancia se diluye en sucesivas diluciones hasta no quedar ni rastro del original, así ocurre con la contaminación de listas: la pertenencia al complejo ETA-Batasuna no pierde fuerza pese a que se diluya en un cubo de agua y luego unas gotas de éste vuelvan a diluirse en un nuevo cubo.

Así, tras pasarle la famosa lupa, una lista puede estar contaminada porque alguno de sus miembros fue candidato (aunque también puede servir que fuese avalista o apoderado) en una lista anteriormente ilegalizada. Pero aquella ilegalización por la que quedó contaminado pudo deberse a su vez a que la lista llevaba candidatos previamente contaminados, de modo que se va diluyendo sin que el principio pierda vigor.

Siguiendo esta lógica, si las listas de Bildu son ilegalizadas, todos sus miembros se convertirán en contaminantes para futuras candidaturas, aunque no hayan cometido delito alguno. El espacio democrático se va achicando a la misma velocidad que crece la mancha de ETA-Batasuna.

Por poder, incluso podrían ilegalizar un día a un partido como EA, pese a su trayectoria democrática. Puede parecer improbable, pero yo ya me creo cualquier cosa.

Isaac Rosa, en Público

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