domingo, 5 de junio de 2011

EL PRECIO OCULTO DE LAS TARJETAS DE FIDELIZACIÓN

“¿Tiene la tarjeta Dia?” “¿Tiene la Tarjeta Caprabo?”. Esas son las frases más pronunciadas por las personas que cobran en estos supermercados. Y en cualquier otro al que acudes. El márketing de estas superficies ofrece a sus clientes una tarjeta de fidelidad con la que prometen principalmente ahorro. “Hay algunas que sirven para ahorrar dinero pero siempre en las futuras compras, de forma que ellos mantienen una fidelidad a costa de descuentos futuros”, explica a este periódico Fernando Móner, presidente de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU). Sin embargo, para conseguir los carnets se dan a cambio la práctica totalidad de los datos privados y sus objetivos van más allá de conseguir clientes habituales. “Las tarjetas de fidelización no se han mostrado útiles son para fidelizar la compra, la gente tiene carnets de varios supermercados igualmente. Sólo las de las aerolíneas han conseguido su misión”, explica José Alcántara, autor de La sociedad de control y cooperativista de Las Indias.

Para conseguir las tarjetas hay que rellenar un formulario con todos los datos personales: nombre, apellidos, dirección completa, número de identificación fiscal (NIF), email, sexo (hombre o mujer), y hasta el número de personas que habitan en el hogar. Al facilitar esta información, gratuitamente, el cliente “ahorrará desde la primera compra con los mejores precios”, asegura Dia, o en el caso de Caprabo se llegará a “ahorrar hasta 275 euros al año”.

Realmente que te regalen algo es muy difícil. Juegan con la reiteración de que te ofrecen un descuento. En realidad, éste no es para tanto, porque los datos que has ofrecido a cambio tienen un precio”, explica Alcántara. Sobre el interés en los datos hemos intentado hablar con alguna persona responsable del departamento de fidelización tanto de Dia como de Caprabo, sin conseguir ninguna respuesta por su parte.

Es necesario tener todos los datos personales bien registrados. La ley de protección de datos lo exige para garantizar que se pueda hacer cualquier tipo de consulta o reclamación de su tarjeta. Por eso, siempre se precisa sus datos personales para confirmar la titularidad”. Quien explica esto es una operadora de Dia que sí nos da cierta información. En realidad, el objetivo es comprobar “que no hay ningún error o que no llama ninguna persona que quiera utilizar la tarjeta en su nombre”, nos justifica esta teleoperadora.

En el Servicio de Atención al Cliente de Caprabo tampoco encomtramos respuestas a la importancia de los datos privados. Sin embargo, no obligan a dar el NIF, aunque en el formulario sí que aparece como un campo obligatorio marcado con un asterisco. Simplemente es para completar la base de datos, y recomiendan “poner el correo electrónico para poder recibir promociones exclusivas”. Puntualiza que el NIF es “la herramienta única para encontrar su ficha”. “Damos datos personales y financieros con demasiada facilidad, pero también es verdad que, al menos en estos casos, recibimos algo a cambio”, explica el responsable de CECU.

Sobre el interés en los datos hemos intentado hablar con responsables de Dia y de Caprabo, sin conseguir respuestas.

Si se analiza el panfleto del formulario que incluye las condiciones generales, se observa que se usan colores corporativos (Dia, en color rojo, y Caprabo, en azul intenso), y la información se muestra de forma muy esquemática, visual, con las letras grandes y claras. Sin embargo, al llegar a las condiciones generales, el tamaño de la letra disminuye considerablemente –y no por falta de espacio–, en un texto mucho más espeso y rígido donde nos informan de cuál va a ser el tratamiento de nuestros datos. “La única manera de prevenir es saber perfectamente dónde facilitamos nuestros datos y que podemos ejercer nuestros derechos de cancelación o modificación cuando percibamos que nuestros datos son utilizados por alguien sin nuestro permiso. No obstante, reitero que estamos hablando de un control en cierta medida complicado”, explica Móner.

Sobre esto, el artículo 5 de la Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD) establece que “cuando se utilicen cuestionarios u otros impresos para la recogida [de datos], figurarán en los mismos [impresos], en forma claramente legible, las advertencias a que se refiere el apartado anterior”. En dicho apartado se hace alusión a que las personas que faciliten sus datos personales deben ser informadas del “tratamiento” de la información, de la “finalidad”, y de “la posibilidad de ejercitar los derechos de accesos, rectificación, cancelación y oposición”, entre otros. Según el autor de La sociedad de control, “la presencia del Estado ya sí que nos debe preocupar mucho más. La publicidad te puede hacer perder tiempo y algo de dinero, pero que el Estado te controle no es nada tranquilizador”.

Es importante dedicarle tiempo a la lectura de las condiciones y al formulario porque te suelen pedir: “Marque esta casilla si no desea recibir publicidad”. Es decir, que si se lee rápido y se pasa por alto que la frase es negativa llenarán los buzones, el email y hasta el móvil de mensajes con publicidad. Y no sólo de Dia, también de terceras empresas.

De hecho, Dia especifica que se autoriza a la Distribuidora Internacional de Alimentación S.A. para “tratar los datos recogidos en el formulario y los que se obtengan por el uso de elementos acreditativos con el fin de diseñar las mejores ofertas”. Como “elementos acreditativos” se refieren a la tarjeta de fidelidad, con la que pueden acceder a la lista de productos adquiridos. “Además de adaptar su oferta para vender productos que no son imprescindibles, consiguen reutilizar los datos para usos publicitarios. No lo van a usar para actividades ilegales, pero sí para un bombardeo publicitario”, afirma Alcántara. El presidente de la CECU, por su parte, no lo considera muy negativo. Cree que por la crisis no sólo nos estamos volviendo más responsables, sino más críticos y exigentes con lo que nos ofrecen.

Las condiciones que impone Caprabo son muy similares. Justifican esa cesión de datos e incluso que puedan disponer del listado de nuestras compras privadas ya que su finalidad es siempre pensada en beneficio del consumidor. “Un análisis profundo nos lleva a descubrir que, gracias al historial de compras, la información que posee el comerciante (qué compra, en qué cantidades y con qué frecuencia, si responde a las ofertas comprando los artículos...) le permitirá optimizar la manera en que presenta su oferta al cliente, generando un mayor deseo y consiguiendo que éste compre más artículos” de los que pensaba, explica Alcántara en La sociedad de control.

Diagonal




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