viernes, 17 de junio de 2011

PSN O SEGUIR EN LA GOITIBEHERA

ESTUVE pensativo en la constitución del nuevo Ayuntamiento de Tafalla, mientras los seis concejales de Bildu no podían convencer a los tres concejales del PSOE (el menor número de toda su historia) para negociar un Ayuntamiento progresista. Entre estos tres había un joven de apellido Cabrero, y recordé que su bisabuelo, Antonio Cabrero, fue alcalde de Pitillas cuando triunfó la izquierda en febrero de 1936. Tras la victoria, el Frente Popular Navarro sacó un manifiesto pidiendo la integración inmediata de Navarra al Estatuto Vasco, con el fin de sumar fuerzas progresistas y no dejar a Navarra sola, en manos del caciquismo. Lo firmaban el PSOE, UGT, Juventudes Socialistas, ANV, los comunistas la izquierda republicana... Un mes más tarde, Antonio Cabrero y muchos de los firmantes del manifiesto morían fusilados. Cuarenta años más tarde, su hijo Valentín, concejal socialista, colocaba la ikurriña en el Ayuntamiento de Tafalla, en medio del delirio popular. "Ha sido el día mas feliz de mi vida", solía recordar. Había mantenido firme el hilo de la memoria.

Cinco años después, abril de 1981, en medio de la resaca regresiva del Tejerazo, el PSOE decidió dar un vuelco a su política territorial. Aunque seguía reconociendo que Navarra formaba parte de Euskal Herria, rechazó un estatuto vasco común. Para ello, Urralburu, Arbeloa y otros dirigentes mintieron de forma burda ante los delegados del partido, diciendo que el PSOE, en la República, había sido contrario al Estatuto Vasco y que adoptando esa postura "hemos vuelto al planteamiento del 1936". No sé si los representantes de pueblos como Cortes, Peralta o Ribaforada, que defendieron seguir dentro del Partido Socialista de Euskadi, sabían exactamente qué había hecho el partido en 1936, pero Urralburu, y mucho más ese truhán de la Historia que es Víctor Manuel Arbeloa, lo sabían de sobra. Sabían cómo pensaron líderes históricos como Constantino Salinas o Salvador Goñi. Sabían de la actitud inequívoca del Frente Popular Navarro, del exilio socialista posterior… Simplemente dijeron lo contrario. Rompieron el hilo. Fue la primera corrupción.

Una vez que se dejaron deslizar con la goitibehera de la indecencia, la cúpula del PSOE navarro se fue haciendo más corrupta y a la vez, como un destino inseparable, más antivasca: las grandes contratas, la guerra sucia o las cuentas suizas perdieron a Malón, Urralburu, Roldán, Otano. Otros muchos se salvaron por los pelos. Cuando, con el Tripartito de Alli, el PSOE intentó recuperar la senda del acercamiento entre vascos, vía Órgano Común Permanente, ya estaban tan podridos que la derecha los mandó al ostracismo de un solo zartako. Desde entonces no han levantado la cabeza. Paradojas, un nieto del fusilado Antonio Cabrero presidió una UGT de prácticas más que sospechosas, válida solo para enchufarse en las fábricas, al tiempo que repetía la letanía de moda: "Euskal Herria es una entelequia". Corrupción y antivasquismo, inseparables.

Hace cuatro años, Madrid obligó al PSN a rechazar la presidencia del Gobierno de Navarra y de muchos ayuntamientos, en favor de UPN. Algunos decentes, abochornados, intentaron impedirlo. Unos fueron marginados, otros, simplemente, se fueron. Para consumar el disparate pusieron al frente al de menos luces y más experiencia en goitibeheras. Por ejemplo, Roberto Jiménez todavía no ha explicado cómo pudo privatizar una empresa de transportes siendo concejal de Iruña y acto seguido colocarse de asesor en dicha empresa. "Es que ya ha dejado de ser concejal", explicó en su día un portavoz del PSOE. Y a los pocos meses, Jiménez presidía el partido.

Los votantes han dado de nuevo la espalda al PSOE. Desaparecidos en la Montaña, menguan en Iruñea y Zona Media, mientras UPN les sigue arrebatando su feudo ribero porque, perdidas las referencias éticas, mucha gente prefiere el original a la fotocopia. Los pocos socialistas que quedan saben que un nuevo pacto con UPN será letal, pero Jiménez sigue sin frenos en la goitibehera, agarrado a sus 100.000 euros anuales, y los que le lloverán por convertir al PSN en el perrico faldero de UPN. Dada la tendencia actual, difícilmente recuperarán el Gobierno o los ayuntamientos, sin pactar con los abertzales.

Y sin embargo, pensaba el otro día en mi Ayuntamiento, sería muy sencillo: bastaría que el joven Cabrero, que acabó posibilitando la alcaldía tafallesa a UPN, mirara más a su bisabuelo Antonio, muerto por unos ideales, que al Roberto, vividor a costa de los mismos. Porque aunque los dos sean de Pitillas, uno es la antítesis del otro. Bastaría que imitaran a los concejales socialistas de Tafalla, que siempre votaron a favor del Estatuto Vasco; que repasaran las palabras del presidente de su partido en la Asamblea de 1932, el acuerdo del Frente Popular de 1936, las posturas del exilio socialista o las mismas actas del PSOE navarro hasta 1981. Bajarse en definitiva de esa goitibehera de degradación ideológica, que lleva al medro de unos pocos, al hundimiento de los más y a retrasar torpemente el triunfo inevitable de un Frente Popular, o como lo llamemos, que, como dijo el poeta, nos juntará de nuevo en una sola gavilla esperanzada.

Jose Mari Esparza Zabalegi

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