viernes, 7 de octubre de 2011

¡ALTO! A LA COMPRA DE UN PISO

Me imagino que no es necesario alertar sobre ello porque no hay quien no esté al tanto de lo que pasa. Pero no vendrá mal reforzar la decisión de los que pueden titubear ante el brillo del espejue­lo de ser propietario… provisional.

Comprar un piso, salvo en el improbable caso de hacerlo al contado es, como ya está viendo toda la ciudadanía, la mayor trampa del capitalismo jamás contada…

El número de las familias desalojadas sólo en Catalunya durante 2010 asciende a 18.112; en 2009, 18.053; 11.240 en 2008 y 4.538 en 2007. Por eso el “considerado” presidente del TSJC pide que los desahucios se lleven a cabo “con toda la humanidad posible”. Lo que no aclara es qué entiende por humanidad, pero suena a algo así como a mantener la pena de muerte y ejecutar al reo sin encarnizamiento. Poca humanidad, ninguna, puede haber en el desahucio y desalojo de una familia que ha pagado durante años por vivir durante ellos en una casa, que luego pierde la casa y lo que ha pagado, y sigue viviendo con una losa sobre su vida: la obligación de seguir pagando, quizá a lo largo de toda ella y en concepto de deuda, la suma pendiente tras la tasación de la casa y hechas las cuentas…

Me imagino que la noticia de tantos ciudadanos expulsados de la casa hipotecada por la ley burguesa, es decir, por las leyes de las clases sociales dominantes, habrá impactado en millones de no propietarios; no propietarios a los que se les ha de poner los pelos de punto imaginándose en el más que previsible desahucio si caen en la trampa de comprar una casa con dinero de futuro cuando lo que sí está garantizado es el desempleo. Toda la imaginación del mundo -que es en la que está fundado el capitalismo salvaje de los Ford o lo ciudadanos Kane, está agotada. Sólo los miserables pueden ya medrar. Hoy son imposibles los emprendedores capitalistas en actividades que no incluyan el fraude y la estafa. Quiero decir que los que no se hayan adelantado a tener una pequeña fortuna, ya no la podrán tener sin más estafas o más procedimientos fraudulentos.

Así es que los que tienen un poco de dinero por herencia o por ahorro o por un golpe de suerte, lo mejor que pueden hacer es guardarlo, vivir al trantrán y dar un inmenso valor al alquiler de la vivienda bajo cuyo régimen vive ya más de media Europa.

Así es que resístanse los millones de ciudadanos que no son propietarios de una vivienda, a la tentación de emplear sus escasos ahorros en la entrada para la compra de un piso con hipoteca. Se protegerán del drama involuntario, darán un vuelco a la economía, a la política y a la justicia españolas, y harán tambalearse al sistema con muchas más posibilidades de éxito que el 15M. Ya verán cómo, dentro de poco, a la puerta de su casa alquilada llamará el director de un banco a ofrecerles la soga al cuello que es la hipoteca. Y comprobarán cómo el placer de echarle escaleras abajo superará con creces al de convertirse por poco tiempo en fugaz propietario.

Dura lex sed lex, la ley es dura pero es ley, el lema del Derecho Romano. Pero la ley de los patricios, la ley de las clases medias y altas, no de las clases populares, ésa que hacía decir a Anatole France que el mismo delito es robar un panecillo para un pobre que para un rico. La misma ley es para quien no tiene un techo que no sea de acogida, que para quien tiene varias mansiones, varios coches, yate y jet privado. La misma ley es para ese mendigo que para la duquesa de Alba.

El censo electoral de 2008 fue de 35.776.61 electores. De los que 22 millones que votaron a los partidos de derecha, centro y nacionalistas territoriales pertenecen a las clases acomodadas, media y alta. Los otros 13 millones son los siervos de la modernidad. Para ellos es la justicia. Con lo único que pueden contar es con la “humanidad” que pide el presidente del TSJC para los desahuciados.
Jaime Richart, en Argenpress

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