viernes, 14 de octubre de 2011

EL FRACASO DEL PACTO PSOE-PP EN EUSKADI

La historia de este fracaso comienza en los albores del nuevo siglo. Mayor Oreja y Redondo Terreros, por el PP y el PSE, firman un pacto de hierro cara a las elecciones de mayo de 2001. La combinación en su favor de los medios públicos y privados es abrumadora y su capacidad de insulto y vituperio hacia las personalidades de corte nacionalista rebasa todos los límites. Todo se derrumbará como un mero castillo de naipes ante el considerable atractivo electoral (¡605.000 votos!) del candidato Ibarretxe que, además, dominará la siguiente década con pulso firme e iniciativas osadas. La semilla estaba sembrada.
Diez años después se repite la iniciativa, con ocasión de un nuevo evento electoral. El candidato socialista, Patxi López, niega como Pedro y hasta tres veces en plena campaña que existiera un pacto en la comunidad autónoma con el PP, tal como ya había acontecido en Navarra. Sin embargo, en la noche de las elecciones López se proclama ya lehendakari, pese a la diferencia a favor del PNV de Ibarretxe. ¿En que se basaba López para esa confianza? En la existencia de un acuerdo previo de los dos partidos estatales mayoritarios, cuya suma, vista la ilegalización de la izquierda abertzale, daba la mayoría absoluta al dueto PSE-PP.
Efectivamente, y como no podía ser de otra manera, a las pocas horas se confirmaba el pacto tan constantemente negado al menos por una de las partes durante la campaña. Se aprobaba un documento de acuerdos más o menos concretos entre ambas formaciones, bases de uno de los textos que menos se han publicitado por sus propios autores. Puesto que lo que en el fondo y en la forma se trataba era de «cambiar» el sistema para desposeer al ancho mundo nacionalista de los resortes del poder.
De esta manera, se pasaba página a los 12 años de acuerdos de gobierno entre el PSE y el PNV de los tiempos del lehendakari Ardanza, y se entraba de cabeza en la patrimonialización partidista por parte del PSE, aunque algo tocó también al PP, del gobierno y de su entramado institucional de forma nunca vista. Se pretendía llevar a cabo una sutil utilización (en ocasiones nada sutil) de los medios (radio, televisión, prensa, etc.) para revitalizar el autodenominado «constitucionalismo», a fin de situar en las catacumbas a la izquierda abertzale y reducir a un gueto asediado al PNV ganador del evento electoral. Puesta en marcha correlativamente de unas señas de identidad (el castellano, la bandera rojigualda, la selección española...), cuya exaltación gubernamental recibe el nombre de «normalización». De tal modo que una sociedad vasca que se acostó vasquista, se despertará acendradamente española y constitucional. No había lugar, como en la Navarra Foral, para expresiones de un cariz vasquista, por tenues que fuesen estas.
El tren en marcha tiene sus primeros vaivenes. Sendas encuestas, de una institución del propio gobierno vasco y otra dirigida por un afiliado al PSE, denotan una gran animadversión hacia el pacto de gobierno en general y hacia el propio Ejecutivo en particular. La culpa de este varapalo, según el propio lehendakari, la tiene una defectuosa «comunicación» con la sociedad. Cuando un año después se vuelve a reproducir, esta vez aumentado el desapego social hacia el nuevo Gobierno, la responsabilidad es ¡de la crisis económica! Han tenido lugar las recientes elecciones forales y locales. El nacionalismo vasco en todo su conjunto o, dicho de otra forma, los partidos vasquistas han más que duplicado en votos al binomio PSE-PP. Incluso en Álava, feudo de los partidos estatales, la representación es prácticamente paritaria entre constitucionalistas y vasquistas. El descalabro del PSE es de época y la vuelta global a los resultados de los años 80 (65% del electorado vota nacionalista vasco) es por demás evidente. Poco fruto para tanto poder amasado.
La inanidad y vaciedad del pacto PSE-PP deviene así por demás evidente. Aquí, como en Navarra, los bloques son nacionales y se trata de excluir a la otra parte. Y punto. Han sido superadas en la práctica épocas de consenso y transversalidad y de políticas de aproximación entre diferentes. Y, sin embargo, la realidad social vasca es tozuda: no se desea un gobierno unilateral y sectario, y menos de notoria orientación españolista. Rota la cultura del pacto entre PNV y PSE, no se avizoran puentes de entendimiento que superen el 'impasse' de un Gobierno agónico que hace del asedio ajeno punto de exculpación.
Tal vez supongan un respiro las próximas elecciones a las Cortes Generales. La polarización de la inmensa mayoría de los medios entre Rajoy y Rubalcaba -los demás, según esta postura extremadamente mayoritaria, son pura bagatela- puede suponer una cierta inflexión en la impresionante cuesta abajo de los promotores del actual Gobierno Vasco. No obstante, los contenidos del acuerdo son insalvables al responder al dictado, hoy por hoy, de una base social minoritaria, si bien dotada sobradamente con potentes medios a su servicio. El enfermo puede sobrevivir, aunque en su actual conformación tenga un período de vida previsible que finalizará con el nuevo evento electoral para el Parlamento Vasco.
Resulta claro que ya no es el tiempo de las ilegalizaciones y menos de una recentralización electoral de la que comienza a hablarse sin tapujos en los mentideros del Madrid político. No habrá más remedio, puesto que no hay otra salida, que dar la palabra al pueblo vasco y reconocer lo que este manifieste. Nos tememos que se reniegue del pacto formal, por quienes lo han firmado, como si perteneciese a un pasado lejano. La sombra de lo hecho y dicho por el Gobierno Vasco durante este tiempo, planeará sobre las elecciones, que esta vez, deben dar paso a formulas que supongan un cambio real sobre el mezquino presente. Celebremos, mientras tanto, los pocos frutos de un «acuerdo» presentado como la panacea de los males de este país y de hartodifícil reproducción futura. Al menos, han hecho despertar 'malgré lui', como en mayo del 2001, a una parte considerable de la sociedad vasca, lo que no es poco para estos tiempos.
J.M.Castells, P.Ibarra, X.Ezeizabarrena y J.G.Olaskoaga, profesores de la UPN (en Diario Vasco)

No hay comentarios: