lunes, 20 de febrero de 2012

LA ALIANZA CON LA IZQUIERDA ABERTZALE DINAMITA A ARALAR EN GIPUZKOA

El último giro político y estratégico, adoptado por razones meramente electoralistas, significa el fin del proyecto político de izquierda abertzale zibil eta zabal [civil y amplia] defendido durante los últimos 10 años por Aralar”. Esta reflexión proviene de una parte de la militancia y cargos públicos de Aralar, agrupados como Aizkorri Taldea, que alertan de una división total en el seno del partido en Gipuzkoa, uno de los territorios donde es más fuerte.


Sus integrantes aseguran que la formación se encuentra rota en dos facciones enfrentadas desde que la dirección decidió renunciar a su identidad política y apostó por la unidad de acción con la antigua Batasuna hasta concurrir como Amaiur en las pasadas elecciones generales. Este grupo culpa a la actual dirección territorial de emprender una labor de “depuración” interna para apartar a los militantes críticos, lo que ha generado un “fuerte malestar” interno y la baja de algunos afiliados.


Aralar se ha fracturado en Gipuzkoa. Por un lado, están los actuales responsables de la ejecutiva provincial, encabezados por su nuevo coordinador, Ernesto Merino, y la juntera Rebeka Ubera, secretaria de Organización del partido. Enfrente se sitúa el sector crítico, que en la última asamblea provincial, celebrada en octubre pasado, obtuvo un respaldo del 49% de la militancia y salió derrotado por apenas dos votos.


En un documento titulado Situación interna de Aralar Gipuzkoa, suscrito por Aizkorri Taldea, este grupo sitúa el inicio de los enfrentamientos en el congreso de Pamplona en 2009, cuando Patxi Zabaleta fue reelegido coordinador general con el menor respaldo de la historia de la formación (un 64%) y Ubera accedió a la Secretaría de Organización. Desde ese momento, consideran que Ubera ejerció “un verdadero contrapoder que coartó, ninguneó e ignoró” a la ejecutiva provincial, dirigida de 2009 a 2011 por Oxel Erostarbe, alcalde de Elgeta y parlamentario vasco.


El documento incide en las dificultades que encontró Erostarbe para ejercer su mando frente a la oposición del sector apoyado por la dirección nacional. “Entre 2009 y 2011, la ejecutiva nacional ha echado atrás la mayoría de las decisiones de Gipuzkoa”, reza el texto. En el documento acusan al sector oficialista de “debilitar” la estructura organizativa en esta provincia y despedir a varios trabajadores. Entre otras maniobras, citan el nombramiento de cinco liberados en las Juntas Generales o el ofrecimiento a la exedil donostiarra Ainhoa Beola para asumir la dirección foral de Igualdad en las fracasadas negociaciones poselectorales con Bildu para entrar en la Diputación.


En este contexto, Erostarbe decidió renunciar a la reelección. Desde la asamblea de octubre pasado, su cargo lo ocupa Merino, quien se impuso por 45 votos frente a los 43 del concejal de Zarautz Andoni Ibarguren, pese a que este había presentado más avales de afiliados. Los críticos aseguran que Ibarguren contaba con el respaldo de Erostarbe y de la portavoz parlamentaria, Aintzane Ezenarro, además de la mayoría de los cargos públicos.


Desposeídos del control en Gipuzkoa, censuran que una de las primeras decisiones de Merino consistió en “despedir” a quien era secretario de Organización, Iñigo Imaz, para sustituirle por Beola. Aizkorri Taldea considera que desde la elección de Merino se han producido bajas que habrían dejado a la formación con menos de 200 afiliados en Gipuzkoa: “El goteo de bajas no ha parado y es constante”.


El sector oficial replica que no existe tal fractura, aunque admite la existencia de opiniones contrarias a la estrategia adoptada por el partido.


Esta situación en Gipuzkoa refleja el “mal ambiente”, en palabras de los críticos, que se respira en el conjunto del partido. Ello motivó que el número dos hasta el último congreso, Jon Abril, rechazara cualquier cargo orgánico en el cónclave nacional celebrado en septiembre de 2011 en Derio.


Aizkorri Taldea recalca que es “público y notorio” que Erostarbe y Ezenarro discrepan de la decisión de incorporarse a Amaiur. Ambos fueron “ausencias llamativas” en la campaña del 20-N, lo que motivó que algunas voces pidieran “abrirles expedientes disciplinarios”. Un ejemplo de la mala convivencia, añaden los críticos, es que la portavoz parlamentaria no ha acudido a ninguna reunión de la ejecutiva nacional, de la que es miembro nato, en estos cinco meses.


Concluyen que Aralar ha renunciado a su cultura política al aliarse con Batasuna, lo que se ha traducido en una rebaja de sus “exigencias éticas y políticas”.


Mikel Ormazabal, en El País-edición País Vasco

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