domingo, 12 de febrero de 2012

NAVAS DE TOLOSA, NADA QUE CELEBRAR

De todos es conocido que en 1212 se produjo una batalla en tierras andaluzas entre la unión de los reinos cristianos de la península y las autoridades almohades andalusíes. Batalla cruenta donde las haya que cambió el curso de la Historia, no solo de la península sino de Europa y del Oriente fértil.

Celebrar batallas en el siglo XXI es seguir rememorando valores medievales, confabulaciones monárquicas y hacer apología de la sangre vertida como razón del vencedor.

A esa batalla no se fue desde el norte peninsular a luchar por la libertad en contra de unos fundamentalistas musulmanes, sino que, con bula papal, se intentaba ganar tierras para la cristiandad en una cruzada que servía de excusa al expansionismo cristiano de la época. Si ya es muy triste que los descendientes de los vencidos, de la mano de la Diputación de Jaén, celebren una derrota que supuso el fin de unos siglos de luz en todos los campos de la ciencia y la filosofía, así como en las artes literarias y plásticas; no es menos triste que el Gobierno de Navarra se apunte a esta orgía de orgullo patrio, cuando los estudios más serios y científicos sobre la batalla arrojan una realidad sonrojante, pues ni las tropas de Sancho el Fuerte eran tan numerosas como nos han hecho creer desde entonces, ni siquiera la participación del ejército navarro fue tan decisivo como se ha venido cantando hasta la saciedad.

Del mito de las cadenas del escudo ya ni hablamos, pues es mejor no entrar en delirios místicos. Lo que sí queda claro en toda esta algarabía celebratoria es que no se va a revisar ni un ápice la historia, aunque los estudios medievalistas y también el arabismo moderno, que en los últimos treinta años se han desprendido de la presión de los poderes políticos, estén arrojando luz sobre cuestiones poco conocidas, primero porque casi nunca se han estudiado las fuentes en árabe, y segundo porque la Historia ya estaba escrita por los Reyes Católicos y desde entonces solo se han sacado a la luz aquellos datos que apuntalaban, aunque fuera de manera engañosa, esas teorías de unidad, cristiandad e hispanidad.

En el himno de Andalucía Blas Infante escribió que "los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, hombres de luz que a los hombres alma de hombres les dimos". Y no se refería a la Constitución de 1812, sino a los ocho siglos de cultura y civilización andalusí que merecen mucho más respeto que una simple celebración de una batalla.

Recordemos que Benjamín de Tudela pudo escribir su obra gracias a la permisividad musulmana, pues después de 1492 seguramente habría tenido que emigrar, que Eneko Aritza sabía hacia dónde y cómo rezaba su madre el salat y que hay muchos autores navarro-andalusíes desconocidos que bien merecen que se les estudie y se les reconozca.

Dejémonos de celebraciones humillantes y aprovechemos las efemérides para revisar nuestro pasado en pos de un mejor futuro, donde todos seamos partícipes y no se excluya a nadie.
Juan Vélez

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