martes, 7 de febrero de 2012

PROTOCOLO

La noticia asomaba tímidamente a la portada del periódico de ayer, con un titular a una sola columna: "Muere un vecino de Tafalla al salirse su vehículo de una pista en Olleta". Iba acompañado de una pequeña fotografía y un breve texto: el muerto era Ángel Peñas, de 35 años, exjugador de Osasuna Promesas y Peña Sport. Su todoterreno patinó en el hielo y se salió de la pista forestal que lleva al parque eólico de Guerinda, próximo a Olleta. Al leer una información así, todos pensamos más o menos lo mismo: tremenda noticia. Puñetera vida. Maldito temporal. Qué jodido es conducir con nieve.
En páginas interiores, concretamente en la número 9, se ofrecían más detalles sobre el accidente. Destaco uno de ellos: el todoterreno se salió de la pista cuando Peñas acudía al parque eólico "para realizar labores de mantenimiento". Esto es, no cogió el coche por placer sino por trabajo. Luego, fue un accidente laboral. Me habría gustado que el detalle constase en portada. También que la noticia en vez de en las páginas de la sección de Navarra hubiese ido en las de Economía. Así, la gente al leerla -además de en lo puñetera que es la vida y lo jodido que es conducir con nieve- habría pensado en lo peligroso que es trabajar en malas condiciones.
En otras muchas ocasiones, este periódico ha llevado los accidentes laborales mortales a primera página. Esta vez, me imagino que ha fallado el protocolo. Resulta escandaloso que en otras instancias, ni siquiera existe un protocolo para este tipo de situaciones. ¿Cómo es posible que cuando muere una persona en accidente de trabajo la consejera de Empleo no tenga nada que decir? Si todas las comparaciones son odiosas, aún lo son más cuando hay muertos de por medio. Por lo que en vez de inventar yo una tomaré prestada la que el gran Juan José Millás escribía hace poco en una de sus columnas: cuando un militar muere en accidente de trabajo, las autoridades le rinden los más altos honores. Cuando el muerto en accidente laboral es un trabajador civil, las autoridades siguen echando la siesta. Puñetera vida.
Juan Kruz Lakasta, en Diario de Noticias

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