jueves, 11 de octubre de 2012

EL VOTO ABERTZALE

No son pocas las candidaturas registradas para este 21 de octubre: 13 en Gipuzkoa, 16 en Araba y hasta 17 en Bizkaia. Tal vez por ello llame más la atención la simplificación de opciones en el campo nacionalista, donde solo han quedado dos: PNV y EH Bildu. Se ha escrito durante mucho tiempo sobre la atomización del voto abertzale, una división en multitud de siglas que perjudicaba las aspiraciones de una mayor representación institucional. Puede sonar un tanto contradictorio, por tanto, hablar ahora de simplificación de las alternativas de los y las votantes, pero creo que no lo es. Y me explico.
La acumulación de fuerzas impulsada por la izquierda abertzale bajo el nombre EH Bildu ha conseguido atraer hacia sus posiciones a EA y Aralar, además de provocar una escisión en Ezker Batua (Alternatiba). Fuera de EH Bildu podríamos pensar que solo ha quedado el PNV. Sin embargo, no es exactamente así. La citada acumulación de fuerzas tiene un componente más de uniformidad que de unidad, de modo que el giro, táctico y estratégico, por el que optaron EA primero y Aralar después, ha sido percibido por muchos de los votantes de ambas formaciones como un desplazamiento ideológico que abandonaba el espacio que antes ocupaban, en el que nacieron, crecieron y vivieron durante años. Esto es lo que se desprende de los resultados de las pasadas elecciones de noviembre de 2011, con especial claridad en Nafarroa, pero también en la CAV.
Hay un espacio político entre el PNV y la izquierda abertzale. No es un espacio igual en los tres territorios, claro está. Pero existe una tercera alternativa querida por quienes se definen a sí mismos como personas de planteamientos netamente progresistas y de izquierdas en lo que a aspectos económicos y sociales se refiere, y totalmente contrarias al uso de la violencia. Existe un sector social en el espacio abertzale para el que el rechazo de la violencia y el fomento de valores como el respeto y la convivencia entre diferentes no responde a razones de tacticismo político, sino a convicciones profundamente éticas y democráticas. Ese sector probablemente se sienta huérfano en estas próximas elecciones, y tal vez contemple con esperanza (y un poco de envidia, de la sana claro está) la consolidación de una fórmula plural en la vecina Nafarroa. Los tiempos en política son claves, y es importante medirlos a corto, medio y largo plazo. A corto, el envido en estas elecciones recae en la responsabilidad del elector: habrá de elegir el camino que construye país desde el modelo social. A medio, la responsabilidad cambia de mano, y será el electo el obligado a trabajar el firme de ese camino. A largo, gana Euskalerria si unos y otros somos capaces de cumplir los compromisos que, en la CAV, retomamos el próximo 21 de octubre.
Álvaro Baraibar, en Diario de Noticias

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