martes, 15 de octubre de 2013

REDADAS DE INMIGRANTES TRAS LOS DISTURBIOS NACIONALISTAS EN MOSCÚ

Sorprendidas y desbordadas por los disturbios en el barrio moscovita de Biriuliovo Occidental, las autoridades rusas buscan culpables para explicar el estallido popular de intolerancia hacia los inmigrantes tras la muerte de un ruso, que supuestamente fue víctima de un oriundo del norte del Cáucaso. Detenciones masivas, reforzamiento de las medidas de seguridad y previsible endurecimiento de la política de inmigración forman, por ahora, la respuesta de las autoridades, que parecen más inclinadas a proceder contra los representantes de minorías étnicas que a enfrentarse a fondo con los nacionalistas rusos, instigadores de los desórdenes.
Cerca de un millar de personas, detenidas en una redada policial en el almacén mayorista de frutas y verduras de Biriuliovo Occidental —al sur de la ciudad, a 22 kilómetros del Kremlin—, fueron llevadas a comisaría para comprobar su documentación y su eventual relación con la muerte de Yegor Scherbakov, según fuentes del Ministerio del Interior. Scherbakov, de 25 años, fue acuchillado cuando acompañaba a una amiga a su casa el jueves pasado por la noche. El sospechoso no ha sido identificado por la policía, pero ha sido etiquetado como oriundo del Cáucaso o de Asia Central.
La mayoría de los rusos consideran que en Rusia hay demasiados inmigrantes y el 84% es favorable a que se introduzca un severo régimen de visados para los habitantes de los países de Asia Central y el Sur del Cáucaso, que en el pasado fueron parte de la URSS, según un sondeo realizado el pasado verano por el centro Levada.
En su rechazo de la inmigración, muchos rusos no distinguen entre extranjeros procedentes de Asia Central y otros Estados del Cáucaso y ciudadanos rusos del norte del Cáucaso. Una buena parte de los moscovitas percibe a estos forasteros como mano de obra barata que, aceptando las condiciones de funcionarios corruptos y empresarios desaprensivos, quitan los puestos de trabajo a los rusos y revientan salarios. También los perciben como potenciales delincuentes de los que se nutre la corrupción policial.
La policía practicó también redadas en otros lugares de Moscú donde se concentran inmigrantes. En el céntrico mercado de Dorogomílovo los antidisturbios se llevaron dos autobuses cargados de forasteros, según manifestó un vendedor de Tayikistán que, como otros de sus colegas, deambulaba asustado por patios y calles vecinas del mercado en espera de que acabara la redada.
Los manifestantes del domingo, animados por nacionalistas rusos, saquearon un centro comercial y un almacen mayorista de frutas y verduras en la capital rusa. También volcaron varios coches, se enfrentaron a los antidisturbios y destrozaron un kiosco de sandías. Hubo 23 heridos de distinta consideración, incluidos seis policías. Sin embargo, de las 380 personas detenidas por participar en los desórdenes, la mayoría fueron liberadas tras un interrogatorio y 70 deberán comparecer ante los jueces. Cinco jóvenes fueron multados con 3.000 rublos cada uno (menos de 75 euros) por cometer infracciones en actos masivos.
Nikolái Zvanitze, miembro de la Cámara Social y periodista, llamaba ayer la atención sobre la diferencia entre el trato recibido por estos manifestantes nacionalistas y la acusación de “desórdenes masivos” por la que son juzgados actualmente una treintena de activistas que participaron en una manifestación contra el presidente Vladímir Putin en 2012.
Con todo, el vicealcalde de Moscú Aleksandr Gorbenko culpó de los desórdenes a los nacionalistas: “La situación mostró que un llamamiento repentino de un grupo de nacionalistas desenfrenados puede conducir a estas consecuencias”, dijo el funcionario, responsable de temas de seguridad en el Ayuntamiento. Gorbenko subrayó que los parientes del asesinado están en contra del aventamiento del odio racial. “Moscú siempre fue, es y será una ciudad multicultural y la gente de cualquier nacionalidad se sentirá como en su casa en esta ciudad”, dijo.
Los sucesos indican el alto grado de tensión entre los rusos y los miembros de otras culturas que forman parte de la Federación Rusa. En ese sentido, las autoridades anunciaron que extremarán la vigilancia en la fiesta musulmana del Kurban Bairam (la fiesta del sacrificio), que se celebra hoy.
El fiscal Yuri Chaika ordenó que se compruebe el cumplimiento de la legislación sobre extranjería e inmigración y el jefe del Servicio Federal de Inmigración, Konstantín Romodánovski, manifestó que en Rusia residen 11,3 millones de extranjeros. En los primeros nueve meses de 2013, el número de extranjeros llegados al país fue de 1,5 millones de personas, de los cuales un millón obtuvo permiso de trabajo. En su gran mayoría, los inmigrantes proceden de los países ex soviéticos.
Un total de 13.500 personas fueron expulsadas del país desde principio de año, según dijo la responsable de Moscú en el Servicio Federal de Inmigración. En Rusia viven 142 millones de personas.
Tras reunirse ayer con el presidente, el alcalde Serguéi Sobianin anunció la creación de un centro coordinador para regular la situación en Biriuliovo, donde se ha reforzado el despliegue policial. El opositor Alexéi Navalni, que quedó segundo en las elecciones a la alcaldía, pidió que se introduzca un régimen de visados para los ciudadanos de Asia Central.
Pilar Bonet, en El País

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