jueves, 5 de diciembre de 2013

MI TIEMPO SE FUE

Mi tiempo se fue. Se apaga mi voz de mensajero en las ondas. Ya no tendré que despertar a los demás. No alarmaré a nadie con noticias de última hora que sobresaltan a veces y hasta sobrecogen en ocasiones. No transmitiré en palabras al aire lo que otros quieren dar a conocer. Al menos no lo haré para ganarme el pan diario. Seguiré teniendo opinión y siempre habrá cauces abiertos para expresarla. Voy a tener el tiempo que nunca tuve. No tendré que soportar, ni sufrir a dos pasos las mentiras, las insidias, la sinrazón de algunos que dicen tener vocación de servicio al pueblo y solo viven para despellejarlo.

Lejos quedó Urralburu, el arrogante, el mal fraile que volaba por los pasillos de su guarida, sin reparar en que había personas en las cercanías. Desapareció de la vida pública con más pena que gloria aquel Arbeloa que solo tenía ojos para verse en el espejo de las cámaras. Tampoco él nos vio nunca. Sigue aferrada a la poltrona Barcina, la de la sonrisa cínica, la de la amabilidad fingida, repitiendo una vez tras otra en palabras calculadas y nunca directas que nosotros los vascos o no existimos, o somos peligrosos o invasores. Nosotros siempre estuvimos aquí. Fue ella la que vino. Confundieron fantasías y realidades. Cómo explicar si no el comentario de Sanz a su secretaria cuando tras despedirlo enfilaba el camino a su palacio. "Parecen majos..." le decía. Si supiera Aznar lo chiquito e insignificante que me pareció cuando le acerqué el micrófono en la Biescas de la tragedia de 1996. Qué poco creíbles eran las palabras de Felipe González en los pasillos del Congreso lamentando el asesinato de Josu Muguruza que había ocurrido unas pocas horas antes.

Tuve también el privilegio de conocer a políticos honestos. Los que quisieran que nada cambiara se empeñan en divulgar una falacia del todo malintencionada. "Todos son iguales", dicen. Y no son todos iguales. No lo son.

Ha sido un verdadero lujo haber podido conocer de primera mano a creadores inteligentes, músicos, pintores, escultores, actores y actrices, gentes del cine, del teatro, de la danza y de otras disciplinas que enriquecen el espíritu. Fue un placer siempre recoger las aportaciones al bien común de gentes entregadas, profesionales de la enseñanza y de la salud, sindicalistas, altruistas que lo dan todo por los demás, en ONG, en comedores sociales, en la ayuda a los más desfavorecidos. Me sentí arropado entre los trabajadores que defendían y defienden sus derechos porque soy uno de ellos.

No fui una estrella mediática ni falta que me hacía. Tengo en cambio la tranquilidad de saber que no pisé a nadie para intentar subir peldaños. No fui piedra de esquina ni de dintel. Solo piedra lisa y llana pero necesaria para que proyectos como EiTB naciera de la nada. Me siento feliz al comprobar que entre todos los que hemos trabajado en y por el euskera hemos conseguido avances significativos a pesar de tener siempre en nuestra contra en los palacios de Navarra a los que reparten a su antojo lo que cosechan de nuestro esfuerzo diario. Nunca nos dieron más que las migajas. Ahora ni eso. Pero sus esfuerzos son tan vanos como inútiles. Domuit vascones. Hace más de mil años que repiten consignas que no se corresponden con la realidad. Jamás consiguieron nuestro sometimiento. Gure hizkuntzak bizirik dirau. Han pasado más de cuatro décadas desde que me asomé por primera vez a las ondas y nunca conocí a nuestro idioma y a nuestra cultura tan vivos como en la actualidad. Las generaciones que me suceden mejorarán las marcas a cada paso que den. Confío en ellos.

Durante largos años un gremio amable, de conversación abierta, crítico con las injusticias y cumplidor a carta cabal, hizo posible que llegara a las citas informativas cuando apremiaba el tiempo. Los taxistas fueron para mí una ayuda imprescindible para tomar el pulso a la ciudad.

Voy a echar de menos a mis compañeros de profesión. A los de EiTB-Fase 3 por supuesto, pero también a los demás colegas de periódicos, radios, televisiones, agencias de prensa. ¡Hemos compartido tantas palabras en ese tercio de vida que dedicamos al horario laboral! Habéis sido trocitos de felicidad a diario. Aún no sé qué voy a hacer con el hueco que me vais a dejar.

Presiento que habrá menos prisas y más silencio. Más tiempo para leer, escribir, viajar, y menos presencia en el alocado ritmo del mundillo donde se cuecen las noticias. Me llevaré a casa mi maniática exigencia de pedir los buenos días. Nunca he asumido de buen grado la sensación de ser ignorado, de resultar invisible. Ahora dejaré ausencias sabiendo que en los reencuentros recogeré sonrisas.

No fui una estrella mediática ni falta que me hacía. Solo piedra lisa y llana pero necesaria para que proyectos como EiTB naciera de la nada

Bingen Amadoz, periodista (en Diario de Noticias)

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