viernes, 6 de diciembre de 2013

SE CUMPLEN CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DE JUAN DE BIURKO


FAUSTINO DE CERIO o Juan de Biurko nació en 1913 en Bargota, pueblo de Tierra Estella, bastante más cerca de Logroño que de Estella, donde el euskera hacía siglos que ya había desaparecido. 

Hijo de una casa de labradores, fueron siete hermanos y hermanas. Sus padres se llamaban Miguel y Elvira. 

Estudió en la escuela del pueblo, tasladándose por razones que desconozco a hacer el bachillerato a Sansol, pueblo no mucho mayor que Bargota; pero que parece que por esos años en la escuela se estudiaba el bachillerato. 
Siguió los estudios en el Seminario de Pamplona, como seminarista. Aquí comenzaron las primeras reivindicaciones. No entendía como en el Seminario de Pamplona no se impartía euskera como asignatura. Hizo la petición pero no consiguió nada. 

Tal vez por estos problemas, o por alguna otra circunstancia cambió el seminario de Pamplona por el de Logroño, donde acabó los estudios teológicos. Cantó misa el año de 1936, en su pueblo natal, seguidamente fue destinado a los pueblos riojanos de Matute y Badarán. 

Poco tiempo después fue llamado al Seminario de Logroño a impartir clases de Teología, por lo que fue profesor del Seminario de Logroño, donde pasó la mayor parte de su vida.

No tuvo una gran salud, sufrió de los bronquios, por lo que el año de 1977 se traslada a su pueblo natal, Bargota, donde sigue escribiendo, investigando y a petición de la juventud imparte clases de euskera a los que poco a poco va enseñando la lengua vasca. 

PERSONA
Su vida la dedicó a la enseñanza, pero principalmente enseñó con su forma de ser, con su ejemplo. 

EUSKALTZALE
Faustino, como el resto de niños de la zona, no tuvo contacto alguno con el euskera, por lo que lo aprende de mayor. Otro euskaldunberri más. 

Junto a su hermano Tirso, gracias a unos libros de gramática que pidieron por correo, comenzaron a estudiar en su propio pueblo, aprovechando el verano para profundizar los conocimientos de euskera en Andoain.

Grande es el mérito de este euskaltzale, no eran tiempos en que la lengua vasca estaba bien considerada, y mucho le tenemos que agradecer que en estos años hubiese un sacerdote que hablase y escribiese en euskera en esta zona tan alejada de la navarra euskaldún. Como buen navarro, tuvo que ser bien cabezón. 

Desde muy joven reivindicó la enseñanza del euskera. Fue un defensor de la lengua vasca. No es extraño que en plena guerra civil y en un pueblo como Bargota tuviese grandes problemas y diese mucho que hablar que su primera misa la diese en euskera y que las invitaciones y que las amonestaciones las publicase en euskera. En muchas de sus publicaciones firmó con el seudónimo de Juan de Biurko, su firma fue Zerio’tar Paustin, y en su tumba se puede leer esta frase: “Gugan bizirik mantentzeagatik Fedea eta Abertzaletasunaren sua”.

Todavía me imagino la cara de extrañeza de muchos vecinos de Bargota leyendo la tarjeta de la Primera Misa donde entre otras cosas se podía leer: Nere apezle eta len-mezaren oroi-galua. Zerio’tar Paustin. Bargota’n X, 1936’n. 

No es extraño, por tanto, que le aconsejasen desaperecer del pueblo y de los alrededores por un tiempo para que no le ocurriese nada malo. 

Así fue el padre Faustino, un atrevido y un defensor acérrimo del euskera en una zona tan poco propicia para ello. 

Lo dicho, muy pocos navarros conocen la vida de este gran sacerdote, nacido castellano hablante, pero que debido a sus principios aprendió la lengua de los antepasados, la lengua navarrorum, es decir la lengua de los navarros, es decir la lengua vasca. Y todo ello en una época del todo difícil, en plena posguerra y en pleno franquismo.

Verdadero ejemplo de navarro. ¿Cuántos y cuántos de esta zona, y también de zonas bastante más al Norte, creen que por haber nacido castellano hablantes ya no tienen nada que ver con la lengua vasca? A cuántos y a cuántos de aquella zona colindante con La Rioja , y un poco más alejados (Espronceda, Desojo, Armañanzas, Aguilar, Azuelo, Torralba, Aras…) les convendría leer lo escrito y repasar las ideas de este sacerdote navarro, que aunque tengan apellidos vascos Etxeberria, Zerio, Oion, Aristimuño… el paso de los años y la costumbre ha hecho que parezcan más castellanos que los propios apellidos castellanos de Castilla La Mancha.

No es necesario conocer la lengua vasca para sentirse vasco; pero el ejemplo de Faustino y en los años en los que lo hizo es más que un milagro.

Estoy también seguro que muchas nazarenas y nazarenos se quedarán boquiabiertos con estas historias reales de personas cercans. Tampoco conocí a este sacerdote, una pena. Es más, tuve conocimiento de sus vida, al igual que de Felipe de Murieta una vez que habían fallecido. 

Tal vez las guipuzcoanas/os, vizcainas/os no se den cuenta del mérito de este tipo de personajes, pero nadar a contracorriente no es sencillo y mucho menos en esta época que les tocó vivir a los dos euskaltzales citados.

Gerardo Luzuriaga

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