lunes, 20 de enero de 2014

GAMONAL vs "MARCA ESPAÑA"

La excelente noticia de la victoria del movimiento vecinal del Gamonal en Burgos, fruto de su perseverancia desde 2005 en la práctica de diversas formas de protesta y de democracia directa, de su capacidad paradesvelar los intereses especulativos del neocaciquismo urbanizador local y de su conversión en referente simbólico de la indignación colectiva a escala estatal, parece estar dando ya un “nuevo aliento” al ciclo de protestas que inauguró el 15M y se extendió luego a las mareas y a diferentes luchas sectoriales. Pocas veces han quedado tan patentes a los ojos de todo el mundo los eslóganes “No nos representany “Lo llaman democracia y no lo es”, a la vista de la deslegitimación sufrida por la mayoría absoluta del PP en el ayuntamiento frente a la incontestable legitimación alcanzada por esta lucha.

El hecho de que este conflicto se haya producido en un momento en el que, pese a los éxitos alcanzados por la PAH o por la Marea Blanca madrileña, había una sensación de agotamiento frente a un bloqueo político institucional que parecía imposible romper, da todavía más valor a esta victoria. Quizás la sentencia de un vecino del Gamonal en la que decía que “nos han quitado tantas cosas que nos han quitado el miedo” sea una de las que más rotundamente han expresado esa conciencia de fuerza colectiva alcanzada en apenas una semana de movilización y la que explica que el miedo, esta vez sí, cambiara de bando con el paso atrás final del alcalde, aun a sabiendas del peligroso precedente que supone esa decisión para futuros conflictos que, esperemos, puedan estallar frente a viejas y nuevas operaciones especulativas en muchas ciudades. Ni siquiera los burdos intentos de criminalización de la “violencia” (ese “campo de minas conceptual”, como nos recuerda Kalyvas) y de los “antisistema” han surtido efecto; más bien, ha ocurrido lo contrario: esa “violencia” ha parecido justificada incluso en la prensa de otros países a la vista del autismo de la “clase política” local y del agotamiento de los medios empleados hasta entonces, incluida una consulta popular hace dos años en el barrio afectado que confirmó el rechazo al proyecto municipal. a pesar de su apariencia “verde”, como también ha denunciado recientemente Ecologistas en Acción/1.

Esta victoria irrumpe, además, en un escenario en el que, pese a la presunta “recuperación económica”, llegan nuevos datos sobre los extraordinarios beneficios que está obteniendo la banca privada gracias a la “socialización de sus pérdidas” mediante dinero público; continúan las noticias sobre los escándalos de corrupción (como el de Miguel Blesa y CajaMadrid, el de Oriol Pujol, el de los sindicatos andaluces o el anuncio, por fin, de la imputación a la Infanta Cristina) y se acentúa la radicalización ideológica y política del gobierno (con los proyectos de ley antiaborto y ley antiprotesta, junto con su resistencia ciega a renunciar a su política “antiterrorista” como expresiones más visibles). Una radicalización que va acompañada de esfuerzos constantes de Rajoy y Guindos por vender la “Marca España”, centrada en una doble tarea: por un lado, ser embajadores de las multinacionales “españolas” en sus negocios más especulativos por el mundo (con el caso Sacyr en Panamá como ejemplo más patente /2); por otro, ofrecer al mejor postor la compra de acciones en empresas españolas, como hemos podido ver en el “Spain Investor Day”, celebrado en Madrid recientemente, y en donde el “capitalismo gris” de los fondos institucionales y de inversión ha encontrado terreno fácil para lograr el mayor beneficio posible, eso sí, en sectores ajenos a la economía productiva.

Es precisamente ese contraste entre cómo los de arriba van recuperándose de “la crisis” más ricos que antes, mientras que los y las de abajo salen más empobrecidos, el que está provocando una mayor indignación colectiva y el que, tras luchas como la de Gamonal, justifica con mayor razón la legitimidad de la protesta y la confianza en que “sí, se puede” impedir el austericidio.

A todo esto se suma la profundización de la grieta abierta en el “modelo de Estado” con el desafío soberanista-independentista catalán y sin que una “tercera vía” gane credibilidad, como se confirma con las divisiones en el PSC. No olvidemos, además, que tanto PP como CiU tienen un interés común en seguir explotando electoralmente esta fractura a la vista del desgaste sufrido en sus políticas de recortes sociales. Pese a ello, ambos corren el riesgo de perder centralidad en este conflicto: el PP frente a UPyD, Movimiento Ciudadano y, ahora, Vox, mientras que en Catalunya ERC puede proseguir su ascenso en detrimento de CIU y sin que ambas fuerzas parezcan capaces de controlar un movimiento secesionista popular en ascenso y dispuesto a forzar la convocatoria de la consulta.

La victoria del pueblo del Gamonal se da también, como se comprueba en el Barómetro del CIS de diciembre y en la Encuesta Social Europea, en un clima de creciente interés en la política por parte de amplios sectores de la ciudadanía y de mayor “normalización de la protesta”. Baste indicar que un 25,8% de personas encuestadas afirma haber participado en una manifestación autorizada en 2013 (7 puntos más que el año anterior y mucho más que la media del resto de países europeos) y que en 2012 ha habido un 365 % más de manifestaciones.

Ese mayor interés por la política, unido a una tendencia a la confrontación con las autoridades que va más allá de las formas convencionales de la protesta, ofrece razones fundadas para pensar que se puede empezar a traspasar el umbral al que hasta ahora no se había podido llegar con el fin de alcanzar victorias parciales significativas en los próximos tiempos. Por eso parece posible que una mayoría social siga avanzando en el cuestionamiento de la legitimidad de este gobierno y, con él, del régimen y de un sistema que, como reconocía recientemente alguien poco sospechoso de izquierdista como Luis Garicano, cuenta aquí con el mayor rechazo popular entre todos los países europeos.

No obstante, es cierto que en torno a conflictos como el de la ley antiaborto o a iniciativas como las primarias el PSOE parece recobrar un nuevo aliento y puede conocer cierta recuperación de una parte de su electorado. También lo es que, como ya se ha comentado, CiU frene algo su declive mientras tenga a un PP enrocado enfrente. Asimismo, tampoco podemos menospreciar los intentos que se van a ir dando, sobre todo tras las elecciones europeas y ante el ascenso de la “prima de riesgo política”, de buscar una salida a la crisis del régimen desde su propio seno: no cabría descartar, por tanto, ni un gobierno de coalición “a la alemana” PP-PSOE (que ayudara, además, a la sucesión controlada de Juan Carlos I) ni, aunque menos probable, otro de PSOE e IU “a la andaluza” con apoyo de CiU y PNV.

Con todo, el estímulo que supone la victoria del Gamonal para una reactivación del 15M y las mareas y para la extensión de las luchas al ámbito del derecho a la ciudad, así como la perspectiva de una mayor convergencia en la acción–como, esperemos ocurra con la Marcha de la dignidad del 22 de marzo- de las principales redes y organizaciones de los movimientos sociales en torno a la exigencia de “democracia real”, permite confiar en que esas operaciones desde arriba se verán cada vez más amenazadas desde abajo. Con todo, no bastará con ir dotándonos de más empoderamiento social sino que también tendremos que contar con herramientas político-electorales nuevas y las elecciones europeas de mayo pueden ser una buena ocasión para empezar a construirlas. Ésa es la intención de iniciativas como Podemos, con Pablo Iglesias como portavoz: ofrecer un instrumento político ilusionante “en construcción y desde abajo”, dispuesto a desafiar a los de arriba en el plano electoral y a “convertir la indignación en cambio político”; porque, como dice el Manifiesto promotor de la candidatura, “la movilización popular, la desobediencia civil y la confianza en nuestras propias fuerzas son imprescindibles, pero también lo es forjar llaves para abrir puertas que hoy quieren cerrarnos: hacer llegar a las instituciones la voz y las demandas de esa mayoría social que ya no se reconoce en esta UE ni en un régimen corrupto sin regeneración posible ”. La respuesta inicial que ha encontrado ya esta convocatoria en sus pocos días de vida, con más de 70.000 firmas de apoyo, nos da ánimos para, más allá de las dudas y de las incógnitas que se abren en este nuevo camino todavía inexplorado, seguir adelante.

Jaime Pastor, en VIENTO SUR

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