jueves, 23 de enero de 2014

SIRIA Y EL APERITIVO A TODA CUMBRE QUE SE APRECIE

Ayer miércoles, 22 de Enero, comenzó la cumbre llamada "Ginebra 2", conocida como "Geneva II Middle East peace conference", organizada por la ONU y que cuenta con la asistencia del gobierno y la oposición siria (que tiene varias cabezas y habrá que ver quién las representa, si eso es posible).

Coincidiendo con tamaño evento el canal de noticias CNN en español ha publicado en su página web un durísimo reportaje fotográfico en el que nos muestra cadáveres con casi toda la crudeza posible (sólo mitigada por la ocultación de los detalles más escabrosos), en algunos casos esqueléticos, diezmados a base de heridas y visibles rastros de extrema violencia. Los redactores del canal con matriz estadounidense escriben que dichas fotos “demostrarían las torturas del régimen de Assad”.

Más allá de la pertinencia del reportaje y de los titulares del mismo, que enseguida comentaremos, ¿no es casual que CNN difunda dichas imágenes un día antes del crucial encuentro de Ginebra? En absoluto: es del todo coherente con la trayectoria de un canal dedicado a reforzar las tesis del imperio en cualquiera de sus frentes.

Las fotos, muy duras ciertamente, no demuestran nada, a pesar del anuncio a bombo y platillo de los titulares. Lo único que evidencian es que un puñado de seres humanos sufrió lo indecible y fueron violenta e inhumanamente tratados y ejecutados. ¿Dónde están las pruebas que demuestran la responsabilidad del gobierno sirio? En el reportaje no hay más argumento que “CNN obtuvo estas fotos de manos de los abogados que participan en la investigación, quienes a su vez las recibieron de un fotógrafo militar que desertó”. Para cubrirse las espaldas, comentan en el cuerpo del escrito que acompaña al reportaje que “CNN no pudo confirmar de manera independiente la autenticidad de las fotos, documentos y testimonios incluidos en el reporte y se basa en las conclusiones del equipo que lo elaboró, que incluye fiscales penales internacionales, un patólogo forense, un antropólogo y un experto en imagen digital”.

Es aquí donde entra en juego, muestra su utilidad o recoge sus frutos la campaña permanente que desde hace ya dos años padecemos a través de todos los grandes medios, campaña que ha insistido tercamente en señalar al gobierno sirio como un régimen despreciable (algo que no discuto), mientras la oposición (en muchos casos más despreciable todavía) ha sido tratada con suma moderación y exquisitez. Más allá de algunas denuncias particulares aunque significativas durante todo este tiempo, como la de la periodista Amber Lyon, que denunció a CNN por las presiones recibidas cuando trabajó para dicho canal, presiones que, de ser ciertas (y cuesta no dar crédito), buscarían reforzar la línea desinformativa respecto a Siria e Irán, me interesa recordar algún que otro aspecto de las crónicas desde Damasco de Joan Roura, enviado de TV3, cuyo ejemplo servirá para hacernos una idea de las bases que sostienen la brutal alienación a la que estamos tristemente habituados.

Desde que se inició el conflicto, el intrépido corresponsal catalán tomó las riendas desde El Cairo, con puntuales viajes a Damasco, para acribillar sin tregua al gobierno de Bashar al-Assad. Sin escatimar adjetivos peyorativos y edificando un muro de desprecio a base de atribuir al régimen toda responsabilidad en la violencia desatada, con un tono entre la más grave afectación y la obvia indignación del que se cree su propia versión del horror, el corresponsal de TV3, como casi todos corresponsales, ha ignorado crónica tras crónica los datos que de alguna manera contradicen o al menos cuestionan la versión oficial, empezando por aquel informe de los observadores de la Liga Árabe, que estuvieron en Siria desde finales de Diciembre 2011 hasta mediados de enero de 2012, informe que fue silenciado por los grandes medios porque, más allá de las referencias críticas a la violencia gubernamental, señalaba la violencia desmedida de ciertos sectores opositores y , entre otras cosas, la manipulación mediática al respecto.

Gracias a la “profesionalidad” de periodistas como Joan Roura y canales como TV3 o CNN tuvimos que irnos desde el principio a los medios alternativos para enterarnos de la presencia en Siria de mercenarios entre los que se encontraban (y encuentran) islamistas libios auspiciados por la CIA, militantes de Al Qaeda y combatientes de diversas procedencias financiados directa o indirectamente por EEUU, Israel, Arabia Saudí y Qatar. Gracias al “buen hacer” de los periodistas “oficiales” tuvimos que investigar por nuestra cuenta para enterarnos del enorme apoyo que tenía Bashar al-Assad entre los sirios (más allá del origen de dicho apoyo) o de las matanzas perpetradas por la citada amalgama de mercenarios a sueldo del imperio. Tras más de dos años y medio desde el inicio del conflicto, la proliferación sistemática de noticias sobre Siria, que ha contrastado con la nula o limitada trascendencia concedida a otros conflictos, ha permitido construir un relato aparentemente sólido que ha sido aceptado masiva y acríticamente por el grueso de nuestras sociedades, un relato que viene a decir algo así como “Assad es un genocida que oprime gravemente a su pueblo; los opositores, aunque están divididos y cometen errores, resisten como pueden ante la presión despiadada del tirano”.

Si gozásemos de unos medios de comunicación al servicio de una mínima deontología periodística (ni pido ni espero ni deseo neutralidad) las informaciones que se oponen al discurso oficial se debatirían y serían contrastadas. Si eso sucediese, alguien se estaría preguntando por la (a priori) aberrante coincidencia de intereses y la (cada vez menos presunta) colaboración entre la CIA y Al Qaeda en el teatro de operaciones sirio. La ausencia de contexto (un mal endémico de nuestros medios masivos) y la supeditación de la información a los intereses imperialistas retratan el papel de los medios del sistema, públicos y privados. Su trabajo persistente e incansable durante estos dos años debería fructificar y ante fotos como las del reportaje que nos está sirviendo de excusa en estas líneas cualquier espectador lo tiene muy fácil: “CNN nos dice la verdad, pues estas imágenes reflejan la opinión que me he formado del conflicto sirio”. Los grandes medios ni siquiera necesitan esforzarse, fundamentar, contrastar o “confirmar de manera independiente”: el trabajo de fondo ha arado y abonado el terreno, de modo que sólo han de regarlo puntualmente, según sus necesidades. La cosecha promete, una vez más.

Para nosotros, indefensos espectadores de este drama, porque la manipulación informativa es un drama de primer orden que sostiene la parálisis e inacción de buena parte de nuestras sociedades ante el terrible panorama actual, sólo nos queda contrainformar, empoderarnos también mediáticamente y superarles en insistencia mientras esperamos la ansiada democratización de nuestras sociedades y, por consigiente, de nuestros medios. Lo difícil es saberse (¡y reconocerse!) manipulado, entender que el imperio anda detrás de casi toda la información que nos tragamos. Superar ese obstáculo abre horizontes que deberían permitirnos algún día apagar el televisor y salir a la calle masivamente, sin preguntar.

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