domingo, 20 de abril de 2014

MÁS ALLÁ DE ELKARRI Y GESTO

El Gobierno vasco anunció el miércoles la puesta en marcha del programa ‘Gertu’ de atención personalizada a las víctimas del terrorismo, a fin de lograr una comunicación fluida e impulsar su participación en el debate público sobre las cuestiones que les afectan en el cierre definitivo de la etapa terrorista. Al parecer, la iniciativa tiene su origen en una de las conclusiones que se recogen en el informe ‘Desazón y esperanza en víctimas indirectas de asesinatos’, elaborado por el Instituto Vasco de Criminología a petición del Gobierno de Urkullu en septiembre de 2013, cuando aún no sabíamos nada sobre las incompatibilidades en el seno de la Secretaría de Paz y Convivencia entre Jonan Fernández y Txema Urkijo. Sin embargo, está fuera de toda duda que el anuncio de esta iniciativa no era algo programado para ahora y que responde a la complicada situación que se le ha creado al Gobierno tras el cese de Urkijo.

Creo que la iniciativa es una buena noticia y que debemos esperar a su presentación para conocer y examinar sus objetivos y contenidos. No creo equivocarme al afirmar que esa misma actitud tendrá Txema Urkijo, cuya buena fe y actitud de servicio leal a la causa de la paz y la convivencia, sin ambiciones de poltrona, están fuera de toda duda. Lo que está claro es que es una crisis mal resuelta y supone un mal ejemplo para la sociedad. De ahí que nadie pueda en este caso sacudirse sus responsabilidades, pues estamos ante el fracaso de un equipo compensado y equilibrado al que se le suponía capacitado para adaptarse mejor a las necesidades que plantea una política de paz y convivencia tras el cese definitivo de la violencia.

Algunos analistas han tratado de explicar la crisis entre Jonan Fernández y Txema Urkijo como la expresión de la incompatibilidad entre el ‘modelo Elkarri’ y el ‘modelo Gesto por la Paz’; entre un modelo sustentado principalmente en su pretensión de mediación para la búsqueda de salidas que nos condujeran al final de ETA y el otro cuyo cometido principal sería articular el rechazo social a la violencia, así como el respaldo a las víctimas de todas las violencias. No creo que estos perfiles nos expliquen ahora lo que ha sucedido en el seno de la Secretaría de Paz y Convivencia, ni tampoco las diferencias que se producen entre las formaciones políticas al abordar esta cuestión.

A mi juicio, el factor nuevo que actúa como condicionante de la situación en general es el modo en que se ha producido el cese definitivo de ETA, mediante el desistimiento unilateral, acompañado de una incorporación de la izquierda abertzale al sistema con un respaldo político-electoral importante. Nadie había contemplado este modelo de cierre, salvo aquellos que reflexionaron sobre el desistimiento unilateral en el marco de una negociación con la izquierda abertzale; es decir, la negociación en el seno de su propio mundo, como única salida para ETA.

La izquierda abertzale y ETA se situaron siempre en las antípodas de este escenario que representa una derrota estratégica tanto militar como política, aunque tenga premio electoral. Tampoco el PP está satisfecho, pues su modelo pasaba por la rendición de ETA y de la izquierda abertzale más que por el desistimiento.

Esta manera de llegar al fin de las armas introduce nuevos factores, por ejemplo, en materia de presos. Junto a la referencia de Nanclares y lo que ella representa como alternativa, sobre todo para el mundo de ETA, surge ahora una nueva referencia, la de la cárcel de Zaballa, para realzar la idea del colectivo, aunque las salidas que se ofrezcan sean las mismas que las de la ‘vía Nanclares’ o más duras. Esta nueva situación tiene un efecto claro a la hora de determinar iniciativas, prioridades y estrategias que influye en la Secretaría de Paz y Convivencia, así como en la agenda de las formaciones políticas.

Lo importante de cara a las víctimas es preservar siempre los principios de verdad, justicia y reparación. Y de cara a la sociedad, actuar siempre en materia de paz y convivencia bajo el principio del consenso frente al de mayorías.

Xabier Gurrutxaga, en Grupo Vocento

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