lunes, 9 de marzo de 2015

CUATRO GENERACIONES

A los propietarios de la televisión privada se les ha escapado el ‘Frankenstein’ Podemos del laboratorio de La Sexta y ahora hay que activar a Ciudadanos para que los naranjitos neutralicen a los de la coleta, antes de que el país se entregue al Frente Popular. Esta es una de las lecturas simplistas que circulan por Madrid sobre el actual momento político. Son los conjuros que preceden a la tormenta. Puesto que a llover. Y va a llover a cántaros.
Resulta impensable que los grandes canales de la televisión privada –de matriz comercial italiana, no olvidemos nunca ese dato– desaprovechasen la fenomenal triple crisis española –crisis económica, crisis de los partidos y crisis con Catalunya– para alimentar sus audiencias, mientras los más jóvenes emigran a las pantallas del teléfono móvil. Lo sorprendente es la torpeza de la derecha ante los nuevos formatos. La galería de energúmenos y tipos raros que han monopolizado la representación de los conservadores en la política televisada ha dado estos meses una ventaja extraordinaria a los nuevos protagonistas –Pablo Iglesias y Albert Rivera, principalmente– y ha acabado de arruinar el débil vínculo del partido gobernante con los jóvenes. Ahí están los datos. Datos incontestables. El PP concentra hoy sus expectativas de voto entre la gente mayor de 50 años. Podemos dobla la intención directa de voto del PSOE entre las personas de 18 a 34 años y triplica la del PP en esa franja de edad. He ahí una de las claves del momento. La clave generacional.
Jaime Miquel, geógrafo y politólogo valenciano, hijo del introductor de las encuestas Gallup en España, un profesional independiente al que ya he citado en alguna ocasión, ha elaborado un interesante mapa de las cuatro generaciones que conviven hoy en España. Hombre poco dado a la exhibición pública, Miquel estudió demografía y concede a la pirámide de edad una importancia decisiva en el actual momento de confusión, zozobra y cambio. Con su permiso, explicó el mapa.
Primer grupo. Los ‘niños de la guerra’. Los nacidos antes de 1939. Los últimos supervivientes de la Guerra Civil. Son los padres de las clases medias urbanas configuradas en los años sesenta. Vivieron la dictadura a tiempo completo y se ilusionaron prudentemente con la democracia. Hoy tienen más de 77 años y se benefician de los avances de la medicina y de la universalización de la asistencia sanitaria. Recelan, lógicamente, de los programas más radicales. Representan el 12% del censo electoral.
Vienen después, los ‘niños de la autarquía’, nacidos entre 1939 y 1958. Cuando murió el general Franco tenían entre 17 y 36 años. Infantería del cambio pactado, de sus filas surgieron los oficiales de la transición. Los escándalos que no cesan les tienen muy desmoralizados. “No era esto. No era esto”. Escuchan las propuestas de ruptura con una mezcla inestable de recelo, curiosidad y adhesión. Suman el 25% del censo electoral.
A continuación, los ‘reformistas’. Personas de 42 a 56 años. Son los ‘baby boomers’ de los sesenta. El niño de la serie ‘Cuéntame como pasó’. Los hombres que discutieron fuerte con sus padres. Las mujeres que con más intensidad han vivido los cambios de la condición femenina. Aunque se hayan vuelto conservadores, siguen abiertos al cambio. Puesto que están a favor de sus hijos y sus nietos, comienzan a sentir simpatía por las nuevas propuestas. Si les convencen, votarán a los partidos nuevos. Son muchos: el 27% del censo electoral.
Y finalmente, la brigada del cambio. Miquel les llama los ‘ciudadanos nuevos’. Son los nacidos después del 1974. Suman un contingente de 12,3 millones de electores, con el tiempo –que no la economía– a su favor. Educados plenamente en la democracia, adheridos a los valores europeos, mucho mejor formados que sus padres y sus abuelos, se emocionaron con el 15-M, o lo siguieron con interés. Viven el mundo a través de internet y son cada vez más conscientes de su fuerza. Ya representan el 35% del censo electoral. Comienzan a liderar la opinión pública. Con la ayuda de la fracción más dinámica de los ‘reformistas’ y con el apoyo moral de un segmento de los ‘niños de la autarquía y algunos ‘niños de la guerra’ van a zarandear el ciclo electoral del año 15. Quizás no logren ponerlo todo patas arriba, pero pueden forzar un nuevo Parlamento español pivotado sobre cuatro partidos y obligado a abrir una nueva etapa de reformas pactadas.
Si el Partido Alfa hubiese gestionado la crisis de otra manera, con más pactismo –más acuerdos políticos, sociales y territoriales-, con más piedad social, con más flexibilidad, con menos Brigada Aranzadi y sin la vertiginosa cadena de escándalos, la situación aún estaría en manos de la alianza entre los ‘reformistas’ y las generaciones mayores. Esa hegemonía se ha roto y nadie la va a poder recomponer.
Es interesante el Atlas Miquel. Creo que acierta.

Enric Juliana, en La Vanguardia

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