domingo, 28 de junio de 2015

VASCOS Y NAVARROS

Poco antes de las elecciones del 24 de mayo, Gregorio Monreal y Juan Cruz Alli pasearon juntos por los jardines de la fortaleza de Pamplona y hablaron del Fuero. Dos patriarcas de 73 años, convocados por el periodista Alberto Surio. Goyo Monreal, catedrático de Historia del Derecho, redactor del Estatuto de Gernika y exrector de la Universidad del País Vasco. Juan Cruz Alli, doctor en Derecho, presidente del gobierno de Navarra entre 1991 y 1995 y antiguo exponente del sector más vasquista de la Unión del Pueblo Navarro y posterior fundador de la Convergencía de los Demócratas Navarros. Los periódicos ‘El Correo’ y ‘Diario Vasco’ les dedicaron dos páginas. Un diálogo muy interesante. Luces largas desde la fortaleza de Pamplona.
Diálogo en el baluarte. El periodista Surio, ex director general de Euskal Telebista, no podía haber escogido mejor escenario para un coloquio sobre la defensa del Concierto vasco y del Convenio navarro en la España del siglo XXI. Esas dos páginas hay que guardarlas. “Lee a Monreal y Cruz Allí y entenderás por dónde pueden ir las cosas en Navarra en los próximos tiempos”, me dijo una persona muy bien informada de los asuntos vascos, pocos días antes de las elecciones.
Monreal ve venir tiempos difíciles: “No nos engañemos, el tema principal de la próxima legislatura española va a ser el Convenio navarro y el Concierto vasco. Estoy convencido de que este va a ser el tema principal de debate, más que el derecho a decidir o la soberanía catalana”. Cruz Allí remacha la prevención y levanta el escudo defensivo: “Los conciertos son la clave de bóveda de nuestra autonomía. Siempre ha habido uniformistas que han querido acabar con ellos. El discurso de algunos políticos contra los conciertos revela un populismo muy elemental. Ese es un buen banderín de enganche en épocas de crisis. Decir que los vascos y los navarros les estamos robando. Lo mismo que se dice en Catalunya contra España, pero tomando otra dirección”. Concluye Monreal con una advertencia a los grupos dirigentes de Bilbao y Pamplona: “Un defecto muy importante que han tenido los gobernantes vascos y navarros ha sido no socializar los conciertos, no darlos a conocer mejor al hombre de la calle”.
Sindicación de los intereses comunes, una vez desactivado el terrorismo y aminorado el irredentismo abertzale. He ahí una de las claves del 24 de mayo en Euskadi y Navarra. Vascos y navarros parece que comienzan a confluir, por decirlo con la expresión hoy de moda en la política española.
En Euskadi, el gran ganador de las municipales ha sido el Partido Nacionalista Vasco. Ha fortificado Bizkaia. Se ha asegurado Bilbao, tras el fallecimiento del prestigioso alcalde Iñaki Azkuna. Y le ha quitado Barakaldo a los socialistas después de 32 años de mandato. Casi toda la margen izquierda del Nervión es del PNV, con la principal excepción de Portugalete. Eso no es todo. Le ha quitado la Diputación de Gipuzkoa y la alcaldía de San Sebastián a Bildu. Y con la ayuda de Bildu le ha birlado Vitoria al Partido Popular. Son unos maestros los de Sabin Etxea (sede central del partido en la antigua casa de Sabino Arana en Bilbao).
En Navarra también podríamos decir que ha ganado el sólido PNV. No ha vencido en las urnas, pero sí en términos estratégicos, a través de la coalición Geroa Bai, que no es exactamente el PNV navarro –esa sería una simplificación excesiva–, pero transporta la mirada más pragmática del nacionalismo vasco. Encabezada por la infatigable Uxue Barkos, Geroa Bai es la rótula principal de la alianza de izquierdas que el 20 de julio echará del poder a la conservadora Unión del Pueblo Navarro. Alianza con Bildu –que obtiene Pamplona–, con Podemos y Ezkerra (IU y otros grupos). Dos matices que tener en cuenta. La Bildu navarra se halla muy influida por Eusko Alkartasuna, antigua escisión del PNV. Podemos recoge en Navarra la tradición de la extrema izquierda no independentista de los años setenta y absorbe energías del desgastado Partido Socialista. La nueva presidenta del Parlamento foral, Ainhoa Aznárez, de Podemos, viene del PSOE.
Empujada por la crisis económica, Navarra gira a la izquierda y se aproxima, cautelosamente, al País Vasco, sin que nadie vaya a mover, a corto plazo, la palanca de la disposición transitoria cuarta de la Constitución de 1978, que permite agregar Navarra a la autonomía vasca previo referéndum.
El proyecto hoy es otro. Confluencia de esfuerzos económicos y férrea defensa foral, ante el intenso debate que provoca Catalunya. Región económica vasco-navarra con proyección sobre el territorio francés. Sindicación de los conciertos ante la reclamación de un nuevo reparto de esfuerzos, que viene de toda la España del Este: Catalunya, airada y cercana al rupturismo, flanqueada por Valencia y Baleares, que ahora levantarán la voz.
Estamos ante una de las líneas de tensión que surgen de las elecciones de mayo. El eje vertical País Vasco-Madrid-Andalucía, que en buena medida ha definido el statu quo español de los últimos treinta años, frente al eje mediterráneo, que reclamará, con distintos matices, intensidades y radicalidades, una nueva orientación política, autonomía sin tutela y otro reparto de cargas.
El eje de las tres grandes excepciones hispánicas –el Fuero, la Capital Indiscutible y el Sur que siempre pide ayuda– presenta novedades. Madrid ha dejado de ser baluarte exclusivo del PP. Andalucía acusa los óxidos de un PSOE sin alternativa. Y comienza la inteligente confluencia de vascos y navarros.

Enric Juliana, en La Vanguardia


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