viernes, 23 de marzo de 2018

REGRESIÓN

Involución democrática, re-centralización, neo-autoritarismo, populismo al servicio de tecnócratas economicistas nada amigos del pueblo (el pueblo, ya se sabe, por definición vulgar e ignorante, necesitado de guías expertos con mano de hierro), reinstauración de la censura, sistema judicial garantista, ¿cómo no?, pero garantizador de impunidad para todo abuso de autoridad… Podría rellenar el artículo de otros semejantes términos, expresiones y calificaciones del ámbito del lenguaje político, expresiones todas ellas matizables pero difícilmente rebatibles, como descripción del panorama actual de la democracia española. Sólo que todas ellas me remiten a otro término del ámbito del psicoanálisis perfectamente trasladable por analogía al de lo político: me remiten al término de regresión.
Conocida es la tesis sobre los objetivos de la llamémosle terapia de la tortura científica, la practicada y teorizada por la CIA: su objetivo no es obtener información utilizable, va más allá. Pretende destruir la estructura mental de la víctima sometiéndola a un proceso de regresión vital que la retrotraiga al estadio infantil e incluso embrionario de prepersona. La técnica es elemental y brutal: el shock.
Limitando la licencia analógica a su valor puramente aproximativo, es claro que se está sometiendo a la sociedad española a un proceso regresivo tras el impacto de series de shock en diferentes áreas de lo político, de lo social, de lo económico, de lo cultural: el shock económico provocado por el neoliberalismo ha surtido efectos sociales, políticos y culturales de carácter regresivo en gran parte de la sociedad, de esa clase media destruida, de la clase trabajadora desposeída de derechos tan trabajosamente, valga la redundancia, conseguidos. No de toda la sociedad, por supuesto y felizmente, pero sí de suficientes gentes como para hacer patente una regresión mental colectiva. Y gentes no todas del pueblo llano y vulgar, también gentes que han pasado por ser guías ideológicos y políticos de más altos y ambiciosos vuelos. Ahí está el caso de un Alfonso Guerra que ha decidido, por lo visto, dar el salto a Ciudadanos, a ese auténtico emblema de la actual regresión española.
Paradigmática en esa regresión es el área de lo judicial: la justicia, aquella concepción surgida en sus orígenes inmemoriales como sustitución y encauzamiento de impulsos vengativos, ordenado, eso sí, por el sistema de cada época y lugar, casi siempre injusto pero con clara pretensión del destierro de la venganza, está regresando a aquellos orígenes inmemoriales, al estadio de prejusticia, al estadio de instrumento institucional y político para la aplicación del instinto humano de venganza, algo asumido y jaleado por gran parte de la sociedad e impulsado por toda una caterva de terapeutas del shock de los grandes medios de comunicación.
Hay muchos ejemplos conocidos, pero ahora mismo tenemos uno muy cercano en Navarra: el de la justicia vengativa, regresiva, con respecto a los jóvenes de Altsasu.

Bixente Serrano Izko, en Diario de Noticias

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