domingo, 8 de octubre de 2017

LOS TRES FUSILADOS JELTZALES DE ITUREN: MEMORIA Y OLVIDO

La atención en relación con la limpieza política desarrollada por el bando golpista en el país del Bidasoa se ha centrado en los icónicos asesinatos de Juana Josefa Goñi y de sus seis hijos en Gaztelu, posteriormente arrojados a una sima. En nuestro último libro (Muertes oscuras. Contrabandistas, redes de evasión y asesinatos políticos en el país del Bidasoa, 1936) hemos subrayado que fueron provocados por motivos políticos, ya que el cabeza de dicha familia sería un izquierdista supuestamente involucrado en el paso de fugitivos a Iparralde. También hemos recalcado la responsabilidad de los requetés, únicos agentes represores en el entorno, así como la existencia de otros hechos represivos y asesinatos que en la misma zona conformada por Bertizarana y por los municipios de Malda Erreka afectaron a izquierdistas y a abertzales en el mismo verano de 1936, en las mismas fechas en que se sustanciaba el trágico destino de la familia gazteluarra, así como en los meses y años posteriores.
En ese ámbito geográfico la derecha, en su integridad carlista, consiguió cómodas mayorías en las elecciones de la época republicana: el 68 por ciento de los votos en noviembre de 1933 y el 78 en febrero de 1936. El PNV bajó del 28 al 18 por ciento entre ambas fechas. Los republicanos y socialistas eran marginales, por debajo del 5 por ciento. Los pueblos más nacionalistas eran Bertizarana, Ituren y Zubieta.
A pesar de ese predominio aplastante de la derecha españolista, en julio de 1936 la zona, en comparación con las demás comarcas navarras, mostró un comportamiento absolutamente abúlico en relación con el apoyo al golpe de Estado. Aunque a lo largo de los tres años hubo 775 hombres que marcharon al frente, en la mayoría de los pueblos apenas hubo voluntarios en los primeros días. El 25 de julio serían detenidos dos ugetistas de Narbarte, Florentino Zozaya y Martín Goñi, el primero concejal en 1933: encarcelados en la Prisión Provincial de Pamplona serían asesinados en Gazólaz en marzo de 1937. Aquel mismo día serían encarcelados en la cárcel municipal de Doneztebe seis ugetistas y republicanos del pueblo (dos de ellos concejales socialistas, uno cuñado de Juana Josefa Goñi) que estarían allí recluidos hasta enero de 1937, librándose de milagro de ser asesinados por un escuadrón de la muerte. El 3 de agosto serían destituidos los cinco concejales nacionalistas de Bertizarana, así como uno de los dos médicos, el peneuvista Julio Oteiza. El 15 de agosto serían expulsados de Gaztelu Juana Josefa Goñi y sus hijos, siendo asesinados en el monte a fin de mes. El 28 de agosto sería destituida la maestra izquierdista de Doneztebe Micaela Santamaría como consecuencia de una delirante carta-denuncia del 24 del veterinario, Cándido Albistur, a su cuñado Eladio Esparza, secretario de la Junta Superior de Educación. En agosto, como veremos, fueron destituidos el médico, el depositario y el secretario de Ituren: los dos primeros serían encarcelados y ejecutados con un tercero por su militancia abertzale. Otras personas también corrieron peligro, entre ellas un significado peneuvista de Narbarte y un ugetista de la misma localidad, salvándose por la mediación de un jauntxo de la localidad y por su alistamiento como voluntarios requetés a mediados de agosto. Con posterioridad a septiembre de 1936, hubo más asesinatos y hechos represivos, tal y como puede verse en el libro citado.
Esos hechos represivos fueron motivados por la inflexible voluntad punitiva de los requetés, única fuerza paramilitar consolidada en la zona, y por su afán de aumentar el nivel de control sobre el territorio para incrementar el nivel de la colaboración civil en un ámbito geográfico caracterizado por la abulia ideológica y con un alto interés estratégico a causa del factor de la frontera colindante.
Centrándonos en el caso de los tres abertzales iturendarras, los tres residían en el barrio de Aurtitz. Tras su destitución el 14 de agosto, el médico Pedro Gorostidi Imaz fue encarcelado en Bera el 26 de agosto. Allí también quedarían privados de libertad a partir del día 31 el depositario municipal, Miguel Hualde Gorosterrazu, y el joven Juan Bautista Iriarte Azpíroz.
Pedro María Gorostidi, nacido en San Sebastián en 1896, tenía entonces 40 años. Médico de Ituren desde 1927, en 1930 se casó con Bittori Urrotz Zubizarreta, hija esta del anterior médico de la localidad. Con anterioridad, Gorostidi fue médico titular de Lesaka, ejerciendo tal cargo entre febrero de 1922 y finales de 1925, fecha esta última en que dimitió por desavenencias con el otro médico, Diego Olaechea, y a pesar del apoyo recibido de la mayoría de la junta local de Sanidad. La mujer del médico lesakarra Olaechea era pariente de Cándido Albistur.
Como sucedió con los asesinatos de Juana Josefa Goñi y sus hijos, la noticia de los tres fusilamientos corrió con rapidez por la comarca
Gorostidi fue miembro del Napar Buru Batzar del PNV en 1933-1934. Junto con su mujer desplegaron una intensísima actividad política y cultural, impulsando la constitución de varias juntas locales jeltzales en la zona de Malda Erreka y aledaños. Su labor tuvo efectos electorales notorios. Gorostidi y su esposa trabajaron arduamente no solo en la divulgación del ideario y en la ampliación del electorado jeltzale, sino también en la del sindicalismo abertzale. En mayo de 1932, según narraban los periódicos nacionalistas Euzkadi y El Día, el matrimonio se comprometió a donar 15.000 pesetas anuales a Solidaridad de Obreros Vascos, sindicato del que también eran militantes. Con todo, el afecto de la población hacia Gorostidi trascendía ideologías, siendo venerado casi como un santo por su talla humana y su generosidad en su quehacer profesional.
Miguel Hualde, de 32 años y soltero, vivía con su madre viuda. De profesión comerciante, ejercía de depositario en el Ayuntamiento. Juan Bautista Iriarte, de 26 años y soltero, residía con su madre viuda y tres hermanos más jóvenes. Maestro que había terminado sus estudios hacía poco tiempo, había ejercido únicamente en Arraitz. En el padrón de 1935 residía en la misma casa en la que vivía Pedro Gorostidi, en otra vivienda.
Los tres iturendarras coincidirían en el depósito municipal de los bajos del Ayuntamiento de Bera con ugetistas beratarras y con izquierdistas guipuzcoanos. Fueron encarcelados en Bera porque el depósito municipal de Doneztebe estaba saturado. No fueron enviados, como era lo habitual, a los diversos centros de detención de Pamplona (Prisión Provincial, Fuerte de San Cristóbal y Escolapios) porque los requetés temían que en la capital hubieran podido encontrar valedores, como sucedió con el secretario de Ituren Benedicto Vicente, también destituido el 14 de agosto, pero que consiguió ser repuesto en el cargo tras negar su nacionalismo ante la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra y por las gestiones del abogado tradicionalista Joaquín Urisarri, muy ligado a aquel pueblo.
En Bera los tres detenidos quedaron a expensas de la Comandancia Militar del Bidasoa, radicada hasta la toma de Irun en aquella localidad y mandada hasta el 2 de septiembre por Ladislao Visier y desde aquel día por Julián Troncoso. Finalmente, fueron fusilados el día 28 de septiembre en un pinar cercano al puente de Lesaka, pero en término de Etxalar, a 300 metros del kilómetro 72 de la carretera Irun-Pamplona, entre el río Bidasoa y la carretera. Unos años más tarde los cuerpos de los tres serían exhumados y enterrados en el cementerio de Ituren a iniciativa de Bittori Urrotz.
En la suerte de los tres abertzales iturendarras confluyó la voluntad de castigo de los requetés del entorno y de la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra. Diversas fuentes y testimonios indican que habrían sido objeto del ánimo denunciador de los requetés del mismo Ituren, como el párroco Faustino Arbizu y sus sobrinos Leopoldo y Francisco Tena, estos dos últimos responsables sucesivos del Requeté local. Francisco Tena ordenó a los peneuvistas del pueblo disolver la Junta Municipal el 5 de septiembre y adherirse incondicionalmente al Movimiento Salvador de España para toda clase de servicios. Anteriormente, alguno de ellos, seguramente Leopoldo, había polemizado duramente con Pedro Gorostidi en febrero y marzo de 1935 en Diario de Navarra y en La Voz de Navarra sobre las estrategias políticas peneuvistas. Los dos hermanos Tena estuvieron la mayor parte de la guerra en retaguardia, siendo mandos relevantes (de los poquísimos de la zona) del destacamento del Tercio Roncesvalles radicado en Elizondo y dedicado a la vigilancia de la frontera hasta marzo de 1938. Años más tarde, Leopoldo sería condenado por el Tribunal Supremo por un asunto ciertamente turbio de índole sexual.
El destino de los tres jelkides iturendarras quedó cerrado, al igual que sucedió con el de Fortunato de Agirre, alcalde de Estella, tras la petición de duro castigo al nacionalismo solicitado por la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra el 24 de septiembre a la Junta de Defensa Nacional de Burgos.
Igual que sucedió con los asesinatos de Juana Josefa Goñi y de sus hijos, sobre los que los rumores se expandieron con rapidez por la comarca, los asesinatos de los tres abertzales iturendarras conmocionaron profundamente a los habitantes de la misma. Esa conmoción nos fue transmitida a los de nuestra generación, acompañada siempre de comentarios que subrayaban su carácter inexplicable. Llama la atención la ausencia de actos recordatorios en memoria de estos tres asesinados abertzales, así como el olvido para con la mayoría de los demás asesinados por motivaciones políticas de la zona durante aquellos años.

Fernando Mikelarena, en DEIA

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